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Por Carlos Galli.
La única verdadera inclusión es que todos los ciudadanos de este país:
desayunEN
almuercEn
meriEndEn
cenEn
Y trabajEn.
La inclusión es que no haya cincuenta por ciento de pobres y cinco millones de indigentes.
Que exista un plan para que todos tengamos un sistema de salud digno.
Para que nuestros hijos y nietos, puedan educarse en establecimientos públicos acorde a los impuestos que pagamos con mucho esfuerzo.
La inclusión también exige transportes públicos dónde no viajemos como ganado al matadero.
Inclusión también es que respeten nuestras libertades individuales.
Inclusión es que respeten nuestros derechos.
Inclusión es mirar al prójimo como un semejante, y no como un enemigo por pensar diferente.
Inclusión es que nuestros amados «viejos», siendo yo uno de ellos, tengamos una vida más digna y que merezca ser vivida.
Inclusión es que no haya siete de cada diez niños pobres, cuando en una época eran los únicos privilegiados. Inclusión es poder acceder a una vivienda propia, aunque sea humilde.
Una inclusión seria, es un trabajo digno, que permita llevar todos los días el pan a la mesa familiar, y no planes sociales que avergüenzan y les quita dignidad a quienes los reciben, porque no pueden (algunos vivos no quieren) encontrar laburo. Que además tienen que bancar a los gerentes de la pobreza, que están de los dos lados del mostrador.
Inclusión es una palabra tan cara a los sentimientos más profundos. Hasta no hace mucho, se despreciaba a un pordiosero, a un menesteroso, incluso a los cartoneros.
Inclusión es no tener desprecio por los demás. Inclusión es no discriminar al otro, especialmente a los que tienen capacidades diferentes.
Inclusión no es cambiar el idioma, al antojo de quienes nos gobiernan y creen que con ese «invento», nos van a cambiar la vida.
Reitero, INCLUSIÓN es que cada habitante de esta Patria, -fundada por Centauros-:
desayunE
almuercE
meriEndE
cenE
Y trabajE.
Todo lo demás, como decía el recordado Fidel Pintos, es SARASA SARASA.
POSDATA:
La inclusión verbal, es un invento berreta del progresismo berreta. Un idioma que el General Perón y nuestra única e irrepetible, abanderada de los humildes, nuestra entrañable Evita, jamás hubieran utilizado.
Berretada o berretede, como ustedes prefieran.




