
El 15 de septiembre se celebra el Día Mundial del pelo Afro. Este día fue impulsado por una activista afrodescendiente a partir de la presentación de un proyecto de ley para trabajar sobre la discriminación en las escuelas, instituyendo así la visibilización y reflexión sobre el típico patrón de cabello de origen africano

El Día Mundial del Afro se celebra cada 15 de septiembre desde el 2017, año en que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos apoyó la iniciativa de la activista y divulgadora afrodescendiente Michelle De León. Este día es una ocasión para visibilizar una temática que está cargada de simbolismos, historia, y afectos.
El caso que derivó en el impulso de De León comenzó en Inglaterra cuando se reportaron situaciones de estudiantes que fueron enviados a sus casas por las escuelas por llevar su pelo natural o con peinados típicos como trenzas y locs. En el año 2016 se debatió en el parlamento y si bien la ley no se aprobó el debate quedó instalado, surgiendo un año después la creación del World Afro Day.
La discriminación hacia nuestros cabellos trasciende las fronteras. Otro caso es el de los Estados de Estados Unidos que tienen leyes específicas contra la discriminación basada en el estilo o la textura del cabello (Crown Act). Por otro lado el año pasado en Puerto Rico se aprobó la “Ley contra el discrimen por razón de estilos de cabello” que establece la creación de políticas públicas específicas para la protección de derechos. Por último, en Francia también se dió un debate parlamentario sobre el racismo, su expresión vinculada al cabello y las desigualdades de acceso al mercado de trabajo. Si no fuese un tema importante no sería necesario legislar al respecto, y es que su importancia se remonta a siglos atrás.
En las culturas africanas precoloniales el pelo y las diversas formas de peinarlo tenían un simbolismo espiritual y social. Era a la vez un canal entre los dioses y el alma, un signo de estatus social. A sabiendas de su relevancia, siendo que el sistema esclavista requería necesariamente el borramiento de la identidad cultural y la deshumanización de las personas esclavizadas, parte de esa estrategia fue castigar el cuidado del cabello afro y afeitarlo, cortando así una transmisión generacional del conocimiento sobre su historia y cuidados aún hoy muy difícil de recuperar. El cabello afro contiene una gran carga política, tal es así que fue un símbolo icónico de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos entre las décadas de 1960 y 1970.
Vemos algunos de los reflejos de esta secuencia histórica en el hecho de que en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe al pelo afro se lo llama popularmente “pelo malo” o con algún sinónimo también despectivo. Así sucede que, a menos que te enseñen desde temprana edad a llevar este pelo con orgullo, lo más probable es caer en manos de la industria de la belleza, que se basa en estándares eurocéntricos, siendo el pelo lacio lo hegemónico, o cuanto mucho el pelo con ondas o rizos, que también tiene todo un mercado que deja por fuera al cabello de patrones más cerrados.
Miles de mujeres en pos de ser socialmente aceptadas y por temor a no conseguir empleo eligen el alisado permanente, que es potencialmente dañino para la salud, y por ello es aún más preocupante cuando se realiza en niñas, a los varones se los pela y problema solucionado. Pero si tu deseo es dejar tu pelo al natural son muy pocos los locales donde saben cuidarlo. Un espacio notable en este sentido es The Blackber Shop, ubicado en el barrio de Villa Crespo, y cuya lema es «Sabemos lo que hacemos porque sabemos quienes somos».
Nuestro pelo es identidad; no es una moda del verano, ni se asocia a actividades ilícitas. Llevarlo natural es un acto de resistencia, pero también es exponerse a ser objeto de burlas, de sanciones, a la posibilidad de no quedar en un trabajo. Es saberse susceptible a ser objeto de una curiosidad de otros y otras muchas veces sin límite, llevando a una situación deshumanizante, y es que lo toquen sin pedir permiso, desconocidos, en la calle, como si nuestro cuerpo fuese de público consumo. Llevarlo natural es un acto político, ya que así nos reconocemos en un otro semejante.Nuestro pelo es resistencia, es identidad, es historia y es orgullo negro.
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