Decir 9 de Julio para mí es volver a la primaria, frío en el patio de la escuela, las palabras de rigor y la imagen de aquella Casa de Tucumán con ese entramado circular y ascendente en ambos lados de la doble puerta de madera. Todavía Borges no había creado su poema conjetural, cuando ya Laprida se había convertido en la voz y la imagen de aquel grito sagrado.
¿Cómo se puede pensar este 9 de Julio? ¿Cómo lo idearon sus mentores y cómo se lo imaginarían hoy? Hubo muchos proyectos y mandatarios con distintas propuestas, no vamos a ser ingenuos, nunca nuestra historia fue fácil y tampoco lo fue en aquellos tiempos, ocurre que había un enemigo común contra nuestras colonias y nadie pensaba ceder paso ni obediencia a la Corona.
Hoy son otros los enemigos, aunque ciertamente dispersos y poco definidos, todos atacan en conjunto y aunque no haya sincronización, su poder de fuego causa tanto o más daños que aquellas balas.
Pienso en aquel patio de mi escuela y se me hincha el pecho de frescor, todo nos unía en aquella gesta transcurrida en el Virreinato del Río de la Plata y hacia el norte la Patria Grande con José Francisco y el Gran Simón. Sin embargo hoy algunos reniegan de aquella integración, coquetean con el enemigo encubierto y no se avergüenzan de tranzar principios que debieran ser inalterables.
Me quedo con el pibe que fui y en silencio vuelo con los jóvenes de hoy, seguramente la tienen mucho más clara que muchos que me acompañaban en aquel patio frío y ventoso.
Garcilazo