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Desaprender 2016

Por S. Di Giovanni

El 18 de octubre, el gobierno, Ministerio de Educación mediante, realizó una evaluación con chicos de la primaria y secundaria de colegios estatales y privados. La idea era que participaran 1 millón cuatrocientos mil alumnos en 31.000 escuelas con 71 mil docentes. El objetivo oficialista fue “relevar información oportuna y de calidad sobre los logros alcanzados y los desafíos pendientes del sistema educativo. Los resultados permitirán brindar orientaciones que contribuya a la mejora continua de los aprendizajes y una mayor equidad y planificar políticas que optimicen la calidad educativa”.

El resultado fue negativo. Escasa asistencia estudiantil y docente, escuelas tomadas, alumnos que respondieron bajo protesta, el presidente que anticipó un magro resultado y el Ministro Bullrich que declaró a La Nación: “fue un éxito”.

Preguntas del ámbito privado, ideológico y algunas del aprendizaje anual sólo colaboran con una idea política lejos de aquellos que integran  las mayorías. Todo proceso educativo tiene un plan determinado  y éste siempre es funcional a quien comanda el poder ejecutivo.

Observando la actual educación, similar a la acontecida en todo gobierno liberal, le otorga razón a Arturo Jauretche cuando escribió en “Los profetas del odio”: “Así se explica que la enseñanza primaria no ha estado dirigida a la formación de hombres sino a la formación de ciudadanos para las instituciones, que son el fin de aquella, pues la Argentina no es una continuidad en devenir histórico, sino el inmóvil punto de apoyo de las instituciones inmovilizado en el ideario que las creó”.

“Es que la escuela, continúa Jauretche, era el producto de la intelligentzia y estaba destinada a producir intelligentzia porque reproducía el esquema sarmientino de civilización y barbarie. Era la preferencia por la montura inglesa del sanjuanino, olvidando que el recado era una creación empírica nacida del medio y las circunstancias así como lo había sido la montura inglesa en su propio medio. Los dos productos de una cultura elaborada vitalmente, concepto  ininteligible  para quien entiende por cultura un producto de marca que se adquiere como usuario”.

Hace tiempo que la educación está en crisis. Pasando por la cantidad enorme de gremios que fragmentan la lucha, un programa donde prevalece la falta de contenido, propio de este  gobierno y un presupuesto que apenas alcanza para abonar magros sueldos.

La educación universitaria tampoco es ajena a esta crisis. Quizás el conocimiento proporcionado a los alumnos en épocas peronistas era mayor pero hoy sólo brilla por su decadencia.

Arturo Jauretche decía “el egresado de una universidad obtiene patente de corso. Ha  sido formado como profesional para su aprovechamiento, y en la etapa de su vida en que se forma como hombre, ha estado al margen de todas las preocupaciones e inquietudes que lo vinculan al destino del pueblo y el país al que  pertenece. Trabajando en probetas o en laboratorios, en bibliotecas o archivos, y oyendo clases magistrales, ingresa al mundo como el producto exclusivo de la probeta, el laboratorio, el libro o la lección magistral. Cuanto mas desvinculado de la realidad a que pertenece, es más perfecto como técnico. Ninguna importancia en que se  haya graduado en el país o en el extranjero, la técnica que domina es universal y su función en la vida es meramente aplicarla. Tampoco se le puede pedir otra cosa, pues no es un hombre como los  demás,   asépticamente aislada toda su adolescencia y juventud, se diferencia de los otros adolescentes y jóvenes, a quienes su actividad específica no los aísla de la vida sino que por el contrario los hace actores. Es el único argentino cuya juventud ignora la política”.

La formación educativa siempre fue el talón de Aquiles de un país que, cuando comienzan los presupuestos a funcionar, cuando el estado a través de programas sociales  hace de la cultura, la ciencia y la educación sus ejes de su gobierno, llega la derecha al poder. Y con ello, la destrucción de todo lo logrado.

La evaluación del operativo Aprender 2016 solamente sirvió para que el gobierno siguiera con su campaña de desmantelamiento de la enseñanza pública y el apoyo a la privada. Porque la derecha es sólo eso: sólo negocios en un formato fascista de conducir un país.

Entonces la pregunta que uno se hace es: ¿Para qué quiere la educación? ¿Qué formato utilizará? En definitiva, ¿Cuál es el objetivo a cumplir’. Como respuesta uno nuevamente abreva en el hombre de Lincoln: “Lo que esas clases reclaman  en el gobierno es la presencia  de sus agentes. Y que mejores agentes que los doctores, ingenieros, contadores, médicos, etc., desvinculados    durante  toda su formación intelectual del país que les da su título habilitante, y aptos, por lo mismo, para ser  los instrumentos eficaces de una política que no lo contempla, y no tolera innovar sobre sus estructuras existentes. Con mayor razón cuando la conducción real, a través de los grupos de interés, corresponde a una verdadera  gerencia extranjera cuyo fin último es mantener, y si es posible perfeccionar, condiciones coloniales”.

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