Borges decía que “la amistad no necesita frecuencia”, para saber de ella hay que bucear en el sentimiento, los recuerdos y por qué no en las expectativas.
Tuve amigos prematuros, sensatos y revoltosos, algunos revolucionarios y otros calmos. Tuve amigos egoístas y dispendiosos, soñadores y realistas; compañeros de ideales y en las antípodas políticas. También tuve amigas en aquella confusa inmadurez, que me impidió valorarlas y disfrutarlas.
Los hubo circunstanciales y fugaces, pero igualmente luminosos. Padecí amistades equivocadas y otras certeras, hoy debo reconocer con pudor que por momentos no merecí tanto, a la vez que me avergüenzo de algunas relaciones, aunque las más alocadas fueron las que más me hicieron pensar.
Todos mis amigos me superaron y puedo decir parafraseando a Sartre, que con todos mis defectos y virtudes soy lo que ellos hicieron de mí.
Garcilazo.