La prensa canalla analizó el último debate presidencial efectuado este domingo. Todos coincidieron. Todos al unísono dijeron que Nicolás del Caño y Espert fueron los mejores. Todos manifestaron una mejor actuación de Macri sobre Fernández. Nadie explicó la trampa presidencial. Todos callaron.
En primera instancia existen fotos que registran a un presidente tocándose la nariz con un tic cocainómaco. Luego hay otras fotos donde se aprecia al prescindente leyendo. Por último se nota en la oreja presidencial un aparatito denominado enear, una especie de auricular donde recibía órdenes de su equipo. Estamos acostumbrados a escuchar a Macri dudando de sus palabras en sus discursos, pero solo apreciamos sus palabras constantes y plenas cuando existe un telepronter o un aparato similar como fue el caso de ayer.
Los moderadores oficialistas tampoco dijeron agua va. Por esa razón el prescindente se pareció mucho a un dirigente político con experiencia y no a un empresario dando pena como fue el debate anterior.
También la mentira fue partícipe del debate. Todos los datos que exponían no pertenecían al Indec sino al presupuesto que viene, con lo cual nada era verdad. Sus palabras tenían dos constantes, ahondar la grieta y hablar sobre un paraíso virtual que solo existía en el planeta Macri.
Fernández habló de sus propuestas. Los calificativos fueron escasos y expuso más una imagen de profesor que de líder. De todas maneras, a pesar de la trampa, el debate no le alcanzó a Macri. Los números siguen tan fijos como antes. La diferencia es abismal, aunque todavía le queda una carta en la maga al prescindente. Y este es el estallido social. No es loca la idea, una fuente amarilla observando los hechos de Ecuador y Chile comentó: “la Cía. tiene que ver y quizás nos dé una mano. ¿Qué pasaría si hacemos fraude y ganamos? se preguntó. Enseguida se respondió, habría un estallido, el presidente establecería el estado de excepción y anularía las elecciones”. El pensamiento perverso de este amarillo parece alocado pero porque no prestarle atención. La derecha es capaz de cualquier cosa. Los jueces no hicieron bien su trabajo, los medios tampoco. Es el turno de la Cía. Ecuador y Chile fundamentan este pensamiento, solo nos queda derrotar en las urnas por amplia mayoría y esperar que el pensamiento amarillo sea solo una locura y no una acción política.
