
Le han dedicado memes y lo han caricaturizado de mil formas; encadenado a la poltrona de la Casa Blanca; siendo despedido por nada menos que la estatua de la Libertad, o arrastrado por agentes de seguridad fuera la Casa; lo cierto es que fuera del chiste, Donald Trump, a pesar de haber recibido el rechazo de la Corte Suprema a sus pedidos de anulación de resultados en cuatro estados clave, todavía se resiste a decir adiós -el clásico bye bye- y dejar el asiento libre al nuevo inquilino, el demócrata Joe Biden quien lo venció el pasado 3 de noviembre y deberá asumir el 20 de enero.
Para colmo de tensiones, ahora le adivinaron la clave a Trump en Twitter. Esa es la noticia que calienta hoy las pistas de la información sobre el presunto hackeo de que fue objeto la cuenta del presidente saliente a quien le adivinaron la clave fácil y sencilla según se aprecia: MAGA2020. El hallazgo se atribuye a un especialista en ciberseguidad, pero se rumora que no será sancionado porque los fiscales consideran que actuó “éticamente”.
Sin embargo esto no es lo más relevante en la adrenalítica vida política del magnate republicano vencido en las urnas por el demócrata Joe Biden; pues el Colegio Electoral ya dio por ganador a Biden, y éste le disparó una fuerte critica a Trump por haber “desafiado la Constitución y la voluntad popular” al no reconocer los resultados de los comicios.
Una foto del presidente saliente junto al entrante, envejecidos ostensiblemente, recorre hoy las redes con la intención de marcar el dilatado proceso que tiene lugar desde las elecciones el 3 de noviembre hasta hoy, condimentado con la obstinada maniobra de Trump de deslegitimar las elecciones y no aceptar la derrota en las urnas; ello lo hace responsable de que el 25% de la población norteamericana piense que les robaron las elecciones. En contraste, está la paciencia de Biden para no dejarse provocar por una operación de desgaste que parece no tener límites y que los dibujantes recrean en arrugas multiplicadas tanto en el rostro de Biden, que es realmente el más viejo de los presidentes -con 78 años-, como en el del controvertido y temperamental Donald Trump.
Hablar de transición presidencial en EE.UU., lleva a considerar el contexto dramático que está causando la pandemia con datos cada vez más inquietantes no solo porque el coronavirus ya asuma 16 millones y medio de casos y 299 mil muertes; un impacto que se compara con cifras escalofriantes de los decesos mayores durante la Primera Guerra Mundial.
Las fiestas de Navidad ya están a las puertas y no alcanzarán los arbolitos navideños ni las guirnaldas de luces, para cubrir el luto que embarga a tantas familias ni la tristeza de otras que forman largas colas en sus automóviles esperando recibir alimentos porque han quedado sin trabajo, sin dinero y sin posibilidades de pagar el seguro médico.
Algunos analistas afirman que, todavía inconforme con lo hecho, Trump le está sembrando de minas el camino de Biden para dificultar su gestión presidencial, complicando las cosas en el Medio Oriente, China, y hasta con Cuba.
Biden tendrá serios problemas con la recuperación de la economía de los Estados Unidos, pero el primero de ellos es resolver los problemas de la pandemia y vacunar a millones de personas para ponerle freno a las muertes y cumplir con su promesa de “sanar América”.
Será dura y difícil su tarea de lidiar con la herencia que le dejan cuatro años locos; y un país golpeado por los confinamientos y el shock pandémico; Biden tendrá que lidiar con las políticas anti migratorias; con la guerra comercial con China, y con graves problemas estructurales y sociales, que abarcan desde la represión racial por la brutalidad policial, que resurge cada tanto, hasta la siempre latente amenaza de que algún enajenado haga una matanza en lugares públicos, terminando con la vida de inocentes, todo porque ningún presidente le ha podido ‘poner el cascabel al gato’, que es lograr el desarme de la sociedad.