CAZA FANTASMAS

Por Carlos Galli.
La Cámara Federal ordenó, después de 46 años, reabrir la investigación y para que se analice a raja tablas, la responsabilidad de la agrupación Montoneros en el atentado en el comedor de la Policía Federal, perpetrados el día 2 de julio de 1976, en plena dictadura militar genocida.
Según algunas investigaciones realizadas oportunamente, aseguran que perdieron la vida 24 personas y más de 100 heridos, muchos de ellos de extrema gravedad. Y está muy bien que se haya reabierto la causa, para que no «paguen» los justos por los pecadores.
Preguntas, que quede bien claro, solamente son preguntas, que también necesitan respuestas y justicia. Porque toda muerte, generalmente deja dolor, angustia, lágrimas, y hasta diría que también deja un sabor amargo como la hiel, y mucho más cuando la sangre derramada es de inocentes.
Las preguntas que me hago son las siguientes:
¿También van a investigar los torturados y muertos en » Automotores Orletti”?
¿Harán lo propio por los fusilados en la masacre de Trelew?
¿Investigarán los acontecimientos ocurridos en el monte tucumano?
¿O en el centro clandestino «La Perla?
Sería muy loable una investigación seria, que sucedía por aquellas épocas de plomo, en la Base Aeronaval de Mar del Plata, y sin dudas, los hechos de sangre y muerte en el Batallón de Comunicaciones 121. O en el Batallón de Infantería de la Marina número tres.
También las muertes en la Brigada de Investigaciones de Lanús. Sería justo investigar lo que pasaba en el terrorífico Batallón 601, como también en Campo de Mayo, o en el Centro de Operaciones Tácticas en la localidad de Martínez.
Asimismo hacer justicia para aquellos que fueron torturados y asesinados en El Chalecito de la Provincia de Mendoza.
Y recordar lo que fue el centro clandestino del Campo Hípico de Goya, Corrientes.
Lo mismo en El Vesubio, en La Tablada.
¿No merecen ser investigados los hechos en el Grupo de Artillería Aérea en Ciudadela, como también en el Hospital Militar Cosme Argerich de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires?
Y dejo para el final, el inmenso dolor que dejó la Escuela Mecánica de la Armada, hoy Museo de la Memoria, situada en Av. Del Libertador, por entonces, frente a la Compañía Gillette de Argentina, en el lujoso barrio de Núñez.
Son todas preguntas encerradas en mis puños durante más de cuatro décadas. Hoy a los 70 años, me animo a preguntarles, y lo más factible es que siga sin respuestas.
Por el bien de una sociedad dividida, partida en pedazos, que todo sea investigado para que de una buena vez, aunque resultará difícil, algunas heridas comiencen a cerrar.
El dolor de unos y otros seguirá por siempre, pero al menos morir sabiendo que algo se ha intentado.
Y con enorme dolor y angustia, pero sin rencores digo que: “Para vivir en LIBERTAD, muchas veces, aunque nuestro corazón nos diga lo contrario, es necesario derramar la sangre de patriotas, héroes y mártires, pero también de dictadores y tiranos”.
Esta nota de opinión está escrita con el corazón más que con la razón, pero ocurre que muchas veces el corazón tiene razones, que la razón no entiende. Esta es una de ellas.
POSDATA:
Por todos aquellos que perdieron la vida, por el terrorismo de Estado y por la guerrilla armada. Que sufrieron en carne propia la barbarie, ruego a DIOS que encuentren la paz en el Reino de los Cielos.




