Opinión

¡Camaleones a la vista!

Por  Margarita  Pécora  B.  –

La zoología  registra la existencia de unos  pequeños reptiles que  abundan en algunos países de  nuestra  América, pero no son comunes en la Argentina. Se trata de  una especie lagartos de la familia de los anoles, que  tienen la propiedad de cambiar de color. Según explica la ciencia, es para  camuflarse  y  evitar a sus predadores. Así encontramos un camaleón verde, como  el tronco del  árbol  al cual  está prendido,  que   con extraordinaria  facilidad., se posa sobre una roca y  adquiere  el color de  la piedra.

Y este fenómeno  natural, ha  sido trasladado al plano de las relaciones humanas,  especialmente de la política, donde ha alcanzado connotaciones desde lo comunicacional.  Porque camaleones  les llaman  a  todo aquel que  cambia  de color  político , es decir de espacios  de militancia,  de partidos,   para acomodarse  en otro espacio   donde  ven mejores  posibilidades de  ser reelegidos,   poniendo en entredicho el principio de la lealtad y la fidelidad  a la organiza ion partidaria   por la que tal vez un día juró, y de buenas a primeras, abandona.

No sé si recordaran  el  pase de Eduardo Lorenzo Borocotó de PRO al kirchnerismo, cuando era legislador;  más o menos desde esa época se viene acuñando la frase de camaleonismo político, que no sería tan  criticable si no tuviera como móviles el oportunismo político de correrse hacia donde ven más ventajas, incurriendo en algo  que muchos consideran una traición de principios.

Pero siendo el camaleón un reptil  que no abunda en la Argentina,  sorprende que haya  ahora tantos- metafóricamente hablando-, que se puede armar un zoológico con ellos.

Me viene a la mente el  ejemplo de Patricia Bullrich, hoy candidata a Presidenta de la nación por el PRO, que se ha paseado por Juventud Peronista, Montonera, Menemista, luego del FREPASO, después de la Coalición Cívica, creo el Partido Unión por la Libertad, o Unión por Todos,  y finalmente  aterrizó en   Cambiemos  y la conocida alianza Juntos por el Cambio Juntos por el Cambio.

Y hablando de su paso por  la Coalición Cívica de Lilita Carrió, cabe recordar que  en noviembre de 2001 la  entonces diputada  Carrió denunció a la entonces ministra de Trabajo de la Nación Patricia Bullrich de «infame traidora a la Patria» y de integrar una asociación ilícita junto al presidente Fernando de la Rúa y los demás integrantes del gobierno, en relación con el decreto que establecía que «el Gobierno nacional garantizaría el pago de los bonos de la deuda con la recaudación, incluso antes de asegurar la liquidación de jubilaciones y salarios de la administración pública».

Sin embargo, tiempo después se las vio ir y venir juntas por los pasillos del Congreso de la Nación, conspirando contra los proyectos del kirchnerismo. En esto también, Bullrich  tuvo su reacción camaleónica. ¿No les parece?

La hoy  aspirante a presidenta de la nación por el PRO,  no la ha pasado nada bien, pero  tiene   el poder de adaptarse  a los embates, como  el reptil.  En abril de 2009 cuando Bullrich conducía su auto, fue detenida por un control de Agentes de Tránsito y sometida a un test de alcoholemia cuyo resultado dio un valor por encima del máximo permitido.​ Desde entonces y con su llegada al ministerio de Seguridad que ocupó  durante el gobierno macrista,  los rumores y burlas en redes sociales con respecto a su supuesto alcoholismo,  la estigmatizaron.

Todavía pesan sobre ella ese presunto  hábito,   pero  ella  sabe adaptarse y seguir para adelante. Ahora  que quiere ser Presidenta,  debe definir  su candidato a gobernador entre cuatro dirigentes, pero  parece haberse decidido por Néstor Grindetti  quien dice que ya se convirtió en el postulante bullrichista para la provincia de Buenos Aires, dejando un tendal de heridos en la decisión.  Entre ellos  a Cristian Ritondo, Joaquín de la Torre y Javier Iguacel  que según las fuentes, quedaron resentidos hasta tal punto que ninguno publicó ni un tuit sobre una definición tan importante,  y no aceptaron  siquiera sacarse una foto de los cuatro con Bullrich para graficar la “armonía” interna.

Pero no solo Patricia Bullrich ha probado a mimetizarse  como los camaleones, para tratar de pasar lo más  inadvertida posible  ante una situación de peligro y conseguir su objetivo que es perpetuarse en el poder, no importa el color que tenga el espacio,   donde ven mejores chances ahí están.

Ya casi no se habla de él, pero otro personaje que  saltó de la rama para la piedra, fue  Miguel Ángel Pichetto. Confieso que  en lo particular me provocó una enorme decepción, porque pasamos  de ver  a un férreo militante peronista  aliado fuerte de  Néstor y de Cristina, pasarse  en un parpadear  al bando  totalmente opuesto, del macrismo.

También José Luis Espert, economista que viene batallando por  la poltrona de  La Rosa, sin éxito ahora dice que va a competir   desde el espacio “Avance Libertad”, de Milei, un nuevo espacio que dijo  están conformando con “Juntos por el Cambio”.

Otros saltos camaleónicos pero con menos estridencia, porque en el fondo los unían valores y principios comunes, fue el que dio Massa de su coalición del Frente  Renovador, al Frente de Todos.

Transfuguismo camaleónico.

El Diccionario de la Real Academia Española recoge dos acepciones del término tránsfuga: una común, referida a la “persona que huye de una parte a otra”, y una figurada, de aplicación a la “persona que pasa de un partido a otro”. El transfuguismo consiste en ubicarse voluntariamente en una posición representativa distinta a la pretendida por la agrupación política en cuya lista se presentó ante los electores,  desde el inicio del desempeño del cargo público representativo.

Porque si criticable es  cambiarse de bando en medio de una pulseada electoral, peor  aún es luego de haber sido elegido por determinado partido político, abandonarlo para sumarse a otro, contrario  a las ideas políticas y los principios que  juramentó.

La expresión  del transfuguismo político que es también  camaleónica, pero más grave si se viene a ver,  es la que cometen parlamentarios que obtienen una banca después de  ganar las elecciones por determinada fuerza o coalición, pero que, antes o al poco tiempo de asumir, cambian de bando y se integran otro bloque legislativo.

Lo que determina la condición del tránsfuga es que no ocupa la ubicación parlamentaria que le corresponde desde el punto de vista electoral, no asume la banca del partido por el cual accedió. Hay dos tipos de transfuguismo, uno que se da al inicio, y otro que es sobreviniente, cuando se cambia de bloque después de haber asumido.

Debería haber una legislación para evitar que estas deslealtades políticas ocurran, porque  detrás del  político o política  que ha decidido  pegar ese salto, estamos los que confiamos  en su discurso, sus propuestas, sus promesas, y  terminamos  brutalmente traicionados.

 

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