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BARREÑADA: “A PAMI NO LE SOBRA GENTE, SINO QUE LE FALTA”

El secretario general de la Unión de Trabajadores del Instituto negó enfáticamente una vieja y antojadiza versión de algunos medios, que cada tanto se reitera. A la vez, abogó por la definitiva normalización de la mayor obra social, única del mundo en su tipo.

Osvaldo Barreñada recordó en un principio que el mal llamado PAMI es “un ente público no estatal, algo que dice no solo la ley de creación del Instituto –la 19.032-, sino los distintos fallos que han emitido las diversas Cortes Supremas que han existido a lo largo de los últimos 50 años: en todos esos fallos queda claro que el PAMI no pertenece al Estado. Sin embargo –agregó-, sistemáticamente, el Estado lo interviene; y la pregunta es por qué”. A renglón seguido, el titular de la UTI, explicó que “la mayor parte del dinero todos los meses entra a PAMI, proviene de los trabajadores en actividad y también de los jubilados, los que siguen aportando. Es cierto que, también, hay algunos aportes del Estado nacional, pero que no son gratuitos”.

En diálogo con los periodistas Ariel Celiz y Sergio Gutiérrez, y tras recordar que desde la última intervención del PAMI ya han transcurrido 21 años, el dirigente sindical explicó la razón que, a su entender, tienen los gobiernos para intervenir al Instituto. Y dijo: “El PAMI es la cuarta caja, el cuarto presupuesto del país respecto de la cantidad de dinero que recibe por año. Por eso lo han intervenido todos los gobiernos, sin que importara el color, la ideología o las intenciones de cada uno de ellos. Y no digo que las distintas administraciones hayan buscado ‘el negocio’; sí aseguro que todos vieron la importancia que tiene administrar esa enorme cantidad de dinero. Fueron muy pocas las veces que los jubilados  pudieron conducir el PAMI. Y cuando lo hicieron no les dieron posibilidad de nada ya que a los pocos meses les cayó la nueva intervención”.

Barreñada también destacó el hecho de que se trata de “una obra social muy compleja, esto a partir que es la más grande de Latinoamérica y el Caribe. Y es más: dudo mucho que exista otro “PAMI” en el mundo. En verdad no lo hay, ni en los países muy desarrollados”. Pese a esto, el líder de UTI, dijo, el Instituto nunca puede ser conducido por sus verdaderos beneficiarios. De allí que reclamó una vez más: “La realidad indica que en algún momento algún gobierno debiera decidirse a normalizar el organismo, pero no por un rato o un año, sino definitivamente”.

A partir de este punto, Barreñada aclaró que PAMI “no puede normalizarse a dedo” y explicó por qué. “Está dividido en siete regiones, en cada una de las cuales debe estar al frente un jubilado, al que se lo elige mediante el voto. Como en una elección nacional, se presentan varias listas, pero solo votan los jubilados. Los que resultan electos, pasan a formar parte del Directorio del Instituto; a ellos se les suman dos trabajadores en actividad puestos por la CGT y otros dos, que designa el gobierno nacional. Todos ellos pasan a conformar el Directorio del PAMI”. Al mismo tiempo, y dicho esto, el dirigente recordó que “Desde el nacimiento del Instituto hasta ahora, cada vez que ese Directorio fue elegido, a los nueve meses, seis meses, un año, terminó siendo intervenido por el gobierno de turno”.

En el punto más fuerte de sus declaraciones, el dirigente negó una vieja y antojadiza versión periodística según la cual al PAMI le sobra personal. En tal sentido, Barreñada manifestó que “es muy fácil de demostrar que esa afirmación es mentirosa: el 30 por ciento del personal de PAMI es asistencial: médicos, enfermeros, ambulancieros, camilleros, farmacéuticos…Todos los que trabajan dentro de un hospital, un sanatorio o un geriátrico. A estos se les suma el personal de las guardias, integrado por choferes, más médicos y más camilleros. Ahora, si PAMI no contara con ese personal asistencial propio, tendría que contratarlo externamente y le costaría mucho más caro”.

Siguiendo con el tema, el gremialista explicó que “PAMI tiene más dependencias, más oficinas de atención que el Banco Nación. En cada provincia, además de la UGL –la base central- correspondiente, en cada pueblito, por lejano o pequeño que sea, hay un PAMI que atiende a los jubilados del lugar. Muchas veces, esas agencias son unipersonales; por lo tanto, cuando el empleado de esa agencia se enferma, sale de vacaciones, se jubila o se muere, la dependencia queda por un tiempo sin atención. Si miramos la situación basándonos en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza o Tucumán, tal vez parezca que PAMI tiene mucha gente. Pero nos estamos olvidando del interior profundo, donde hay más necesidades que en las grandes ciudades”.

Y para cerrar la discusión de la supuesta sobredimensión de personal en el Instituto, Barreñada afirmó: “Si no tuviéramos empleados –aunque sea uno- en esos lugares, los afiliados tendrían que trasladarse decenas y decenas de kilómetros –ni qué hablar de la Patagonia-, y realizar un gasto más que oneroso, para hacer sus trámites de salud. Por eso afirmo que en el PAMI no solo sobra personal, sino que falta, y bastante. Porque hay lugares donde ya no tenemos personal, y otros donde tenemos uno solo. Así que de ningún modo puede decirse que al PAMI le sobre gente”.

En otro orden, el sindicalista tucumano aludió al verdadero derecho adquirido que es la jubilación y a la actual precariedad de ese beneficio. “Si yo, durante 30 años, aporto para poder disfrutar el último periodo de mi vida, no es lógico ni justo que, lejos de eso, me vea obligado a sufrir la pobreza extrema. Queda claro que si esto último ocurre –como está ocurriendo ahora-, estamos fuera de foco”. No obstante, Barreñada admitió que no se puede desconocer “otra realidad”, emparentada directamente –dijo- “con la política del país”. Y entonces agregó: “A lo largo del tiempo hemos ido perdiendo, sistemáticamente, puestos de trabajo registrado, es decir en blanco. Así, al haber menos trabajadores trabajando, han disminuido los aportes para la seguridad social y eso ha resentido la recaudación previsional”.

Finalmente, y en la misma línea de pensamiento, el dirigente de UTI subrayó que esa anomalía “no es culpa de la gente, no es culpa de los trabajadores, sino de todos los gobiernos que han pasado, incluidos los de facto, y de todos los colores políticos. Ninguno se ha tomado el trabajo de lograr que haya trabajo en la Argentina. Y esa caída de los aportes no solo afecta al sistema jubilatorio, sino también a la seguridad social ya que una parte de los aportes de los trabajadores se deriva a PAMI, el que hoy atiende a un universo de casi cinco millones de personas”.

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