Por Gabriel Princip
Arturo Jauretche tenía en su oficina de la calle Esmeralda un planisferio colgado al revés. Argentina estaba arriba y no abajo porque entendía que nuestro país siempre fue sub valuado.
Pero Argentina siempre fue rara. La calle más larga del mundo, sita entre nosotros, se llama Bernardino Rivadavia, primero en contraer una deuda usuraria con las Baring Brothers que se pagó un siglo más tarde. También fue un espía español, luego británico y principal enemigo de San Martín al que mandó a matar. En cualquier otro lugar se lo consideraría un traidor, aquí es prócer y con calles. Su nieto sólo fue un marino, Martín. Pero tiene una ciudad: Comodoro Rivadavia.
Lavalle, un honorable espía británico, es reconocido con calles y monumentos. Mitre, un genocida al igual que Roca, ambas servidores fieles de la corona inglesa, y sus apellidos brillan en chapa y mármol.
Rosas, sólo tiene una calle en el gran Buenos Aires. En la capital, una estación de subte conseguida en interminable sesión legislativa. No tiene equipo de fútbol, ni monumento apreciable ni buena imagen, sin embargo trabajó siempre en el campo nacional y derrotó a ingleses y franceses en la Vuelta de Obligado.
Argentina siempre estuvo al revés. Las calles porteñas se ven ilustradas con apellidos de la oligarquía, espías británicos, españoles o virreyes y algún que otro dictador. Sin embargo, no aparece un solo luchador popular en la Pilca.
La falsificación de la historia escrita por Mitre permite al vecino común y corriente creer que los malos son buenos y viceversa. Sarmiento un prócer, alguien que iba al colegio hasta los días lluviosos. No cuentan que era casado y tenía amante, que siempre admiró al imperio y odió a las clases populares, y que cuando iba al colegio en San Juan llovía un solo día al año.
La historia de Mitre no permite reconocer las luchas populares y rinde pleitesía a cualquier hijo de la corona inglesa. Aplaude a Rivadavia, Lavalle, Sarmiento y Avellaneda. Denosta a Rosas, Quiroga, López, Ramírez y observa con rigor a San Martín. Lo que Mitre no explica porque si Rosas era tan negativo para la patria fue el elegido para recibir el sable corvo de San Martín.
Sin duda Argentina está al revés. Todo gobierno liberal que ocasionó pobreza y ajuste pero en forma seria fue aplaudido. Perón, Néstor y Cristina que dieron alegría a las mayorías son vituperados en forma constante.
Tanto Perón como Néstor son atacados desde el campo de la ética, nunca de las realizaciones. Será porque no pueden, y desde lo moral emplean la mentira en los medios para que todos repitan sin cesar y sin probar. Para el sistema Perón era fascista y dejó entrar a los nazis nada dice que declaró la independencia económica por primera vez en el país. Y el tres veces presidente tuvo que esperar a 1983 para ser reconocido en una calle, antes era invisibilizado.
Néstor y Cristina rescataron al peronismo de la visión menemista y por eso tienen que pagar. Hoy el poder judicial independiente y los medios tienen como misión full time colaborar con la falsificación de la historia encontrando donde no hay causas judiciales. Los periodistas mitristas se encargan del genocidio mediático. Cualquier falacia es útil en pos de vituperar figuras populares.
La Argentina seguirá ese camino, al revés. Es el país que insulta a los lideres y aplaude a empresarios que crean una miseria democrática, o sea para todos. Un país donde ayer Macri era un mal empresario y hoy es el cambio. Un lugar donde se aplaude a Rivadavia y somete a juicio a Rosas, o sea, un país raro y sin capacidad intelectual. Una nación donde la honestidad pertenece en el mensaje a castas superiores que sólo tienen como misión enajenar el patrimonio nacional. Un país al revés.