Opinión

ARGENTINA, CRISOL DE CONFLICTOS

Por Gabriel Princip

Recuerdan cuando algunos maestros nos decían que Argentina era un país rico y un crisol de
razas?. Cuando se es chico, uno escucha al docente y repite. Cuando crece y estudia se encuentra que
la Argentina era un crisol de nacionalidades, porque dudo que exista la raza italiana, la
española o la alemana, menos aún la judía que es una religión. Al pasar los años también
llegamos a la conclusión que no es un país rico porque tenga vacas o cataratas sino por la
suma de dólares por cabeza. Hoy nuestro país está abajo diez veces de Australia y dos veces de
Perú. Para comprar la moneda yanqui hace falta 43 de las nuestras, 51 para la europea y seis
para tener una boliviana. No decimos nada que el hambre nos invadió y la pobreza pasó el
tercio de la población.

Argentina si es un crisol de conflictos. Diferentes problemas que se entremezclan en la
población y que llevan como objetivo dejar de ser una nación para presentarnos como colonia.
Para entender que pasa en el país podemos recorrer estadísticas de la ONU, del Indec, o
algunas calles de la Capital que ya no envidian al Gran Buenos Aires.

Encendemos el televisor y encontramos humanos disfrazados de políticos y periodistas a los
gritos ensuciando a Cristina Fernández. Todos al unísono insultando y mintiendo. Que es
chorra, una yegua, que se afanó dos PBI o dos generaciones según Carrió. Todos contra
Cristina y alabando al honesto Macri. Bizarra actuación de estos humanoides que destacan la
gestión de un presidente oriundo de un clan mafioso que empobreció a este país durante su
estadía en el sillón de Rivadavia. Todos destacan que no miente, que dialoga pero nadie critica
que la gente pasa hambre, que los jubilados comen una vez por día o que la gente duerme en
las calles. Que el cincuenta por ciento de los chicos sean pobres no origina una tapa de Clarín,
que la pobreza, la desocupación y la indigencia sigan creciendo tampoco. Si, es una tapa que
Carrió delire, que Mirta vote por Macri o que se dude de la enfermedad de Florencia.

Pero existen más conflictos. Una inflación que no cesa, un congelamiento de precios que tarde
en comenzar y no se congela. Un prescindente que vació la Unasur y el Mercosur buscando la
destrucción regional. Un juez sin cobertura mediática que colocó en el banquillo de los
acusados al sistema a través de Marcelo “Superagente” D’Alessio. Un fiscal tan rebelde como
culpable que no se ajusta a derecho. Otro juez que arma causas y desafiando a las
matemáticas obtiene el 90 por ciento de las causas en contra de Cristina. Sesenta presos
políticos que ningún abogado puede explicar su detención pero si Jonatan Viale otorga lujos
de detalles mentirosos para ser alcahuete del sistema. Presos que no se arrepienten de su
inocencia y son detenidos por no formar parte de causas armadas. Esto es Argentina hoy.

Quizás usted dirá, pero que entiende la gente de causas, espías y demás yerbas. Bueno
entonces entenderá que vive en un país donde en cuatro años la harina aumentó un 327 por
ciento, la manteca un 305, la leche 263, la cerveza un 243, el pan 221 y las hamburguesas 225.
También entenderá que Francia puso en jaque a su presidente porque la nafta aumentó seis
veces menos que en Argentina, o que los suicidios aumentaron un sesenta por ciento, que los
jubilados pagan sus remedios, y que la nueva jubilación puan es el 80 por ciento de la mínima.

Eso sí lo entiende. Quizás no sepa que es el nuevo orden mundial ni quienes son las familias
poderosas pero sabe que esas familias determinan el bien y el mal en una sociedad.
Argentina es un mar de conflictos, donde la inseguridad es incesante y la grieta no tiene fin.
Donde la película Relatos Salvajes se filma a diario y cada vez queda más chica. Ese país donde
en los sesenta el vecino sacaba la silla a la calle, en los ochenta alquilaba un video, en la
década perdida comía y tenía derechos quedó atrás. Hoy, en estos cuatro años ganado a puro
dialogo existe el hambre, no hay vacunas, volvieron las enfermedades de la pobreza, aumentó
la prostitución pero existe una oligarquía sonriente y satisfecha defendida por una clase media
a punto de desaparecer que repite como loro nuevo, se dobaron todo y no vuelven más. El
problema y el conflicto final pero para la clase media, es que me parece que vuelven no más.

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