
A pesar de funcionarios que no funcionan, de un presidente devaluado y una inflación que no cesa el país crece. Atienda bien el mensaje. No es que estamos genial, que los salarios son en moneda fuerte y que vamos de vacaciones a Escandinavia, en absoluto. Estábamos tan abajo que comenzamos a crecer en los dos últimos años.
Todo empezó gracias al maestro del coloniaje Don Mauricio que una vez que pronosticó pobreza cero, realizó todo lo contrario para que a partir del 2017 el país cayera al precipicio. La caída se detuvo en el 2021. Ayudó bastante la pandemia pero todo tiene un final y en el 2022 comenzaron algunas pymes a brindar actividad económica y al decir de los liberales sin cargo vamos por el buen camino.
De todas maneras el 2023 es un año eleccionario y si el próximo presidente va por la gloria puede aprovechar esta brisa y construir un viento que acelere el crecimiento y podamos salir de una buena vez por todas.
Si el presidente es amarillo o alguien parecido, seguramente volveremos al 2017, cualquier otro seguirá el camino que el mercado marcó hace 2 años acompañado por un Estado no tan eficiente pero Estado al fin.
La cuenta no es tan difícil. Recordemos que el norte está ocupado en la guerra. China, a pesar de lo que diga Alberto, tuvo dos años negativos y si sigue metido en un conflicto mundial la economía no sonreirá.
Argentina debe seguir un camino que no lo comprometa en un conflicto bélico. Pero debe buscar un liderazgo que no se someta a un imperio para volver a empezar y recordar tiempos idos. El salario no alcanza, es cierto, el peronismo está ausente, es cierto, la inseguridad no se corrige, también es cierto. Pero todavía tenemos una oportunidad. No hay que desaprovecharla. ¿No le parece?