ALDO DUZDEVICH: Los testimonios de “Salvados por Francisco”, dejan clara la figura de Bergoglio.

Por Gabriel Russo –
El periodista y escritor Aldo Duzdevich, es autor del libro “Salvados por Francisco”. En diálogo con Comunas destaca cómo su obra inspirada en el papel durante la dictadura militar argentina de Jorge Bergoglio, (Papa Francisco) refutó las calumnias del periodista Horacio Verbitsky acerca del religioso jesuita que fue difamado en los medios como presunto cómplice o colaborador de la dictadura. A través de 25 testimonios y documentos, el autor reconstruye cómo Bergoglio, en su rol de provincial de los jesuitas, ayudó ,por el contrario, a proteger y facilitar la salida del país de personas perseguidas por el régimen.
El libro no es una biografía del Papa, sino una descripción de la época, con sus tensiones políticas y la relación entre la Iglesia y el Estado. No todo el mundo conoce el motivo que lo llevó a escribir esta obra, por eso Duzdevich decidió contárselo a Comunas.
«Lo escribí a partir del momento en que Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco, en 2013. Fue entonces cuando comenzó una campaña de calumnias impulsada por el periodista Horacio Verbitsky, quien actuó como única fuente de una acusación que señalaba a Bergoglio como colaborador o cómplice de la dictadura. Esta versión se mantuvo en el tiempo. Yo no conocía personalmente a Bergoglio, pero cuando asumió como Papa, me llamó poderosamente la atención esta campaña y sentí que los hechos no habían sucedido así.»
Duzdevich primero escribió un artículo en defensa de Francisco, el cual tuvo una gran repercusión. A partir de ahí nació la idea del libro. Comenzó a recopilar testimonios, algunos ya publicados en diarios, y otros obtenidos a través de su propia investigación. Finalmente, reunió 25 testimonios de personas a quienes Bergoglio había protegido, ocultado o ayudado a salir del país durante la represión de 1976 a 1978.
¿Cuál fue la acusación de Verbitsky?
“Verbitsky acusó a Bergoglio de ser responsable del secuestro de dos sacerdotes jesuitas que trabajaban en una villa cerca de Flores. Estos fueron secuestrados, retenidos durante meses y posteriormente liberados. Paradójicamente, quien más intercedió por su liberación fue el propio Jorge Bergoglio, quien en ese entonces visitó en dos ocasiones a Videla y a Massera para negociar su liberación, llegando incluso a enfrentarse con ellos de manera desafiante. Finalmente, los jesuitas fueron puestos en libertad.
Sin embargo, Verbitsky sostuvo que Bergoglio había entregado a los sacerdotes a la represión. En 2013, uno de los jesuitas ya había fallecido en el año 2000, pero el otro sobreviviente desmintió la acusación, asegurando que Bergoglio no los había entregado, sino que fueron víctimas de una delación. Explicó que una ex monja, vinculada al grupo de jóvenes de la parroquia, se había unido a la guerrilla y fue secuestrada. Como consecuencia, también fueron secuestrados los sacerdotes.
“Ante esta revelación, Verbitsky modificó su acusación y afirmó que Bergoglio no los protegió adecuadamente, lo que ya es una apreciación subjetiva”. Duzdevich señala que la única forma real de proteger a alguien en peligro era sacarlo del país. “Bergoglio, que en ese entonces tenía a su cargo más de 400 sacerdotes, no podía actuar como guardián exclusivo de dos religiosos. Además, en la misma época, la dictadura asesinó a dos obispos, Enrique Angelelli y Carlos Ponce de León, lo que demuestra que ni siquiera la jerarquía de la Iglesia estaba a salvo.
El conflicto entre Verbitsky y Francisco
Cuando se le preguntó sobre la animadversión de Verbitsky hacia Francisco, Duzdevich expresó su sospecha: «Durante años, Verbitsky fue una especie de fiscal patrio. Señalaba con el dedo y, automáticamente, todo el aparato mediático atacaba a la persona señalada, sin posibilidad de defensa. Su voz tenía un peso incuestionable.»
“Durante el gobierno de Néstor Kirchner, hubo conflictos entre la Iglesia y el gobierno, en especial con Bergoglio, quien era arzobispo de Buenos Aires. Las tensiones giraban en torno a temas como el aborto y el matrimonio igualitario, donde la postura de la Iglesia era contraria a las medidas impulsadas por el gobierno. En ese contexto, Verbitsky tuvo carta blanca para atacar a Bergoglio, como lo hizo con muchas otras figuras.
El modus operandi de Verbitsky
Duzdevich compara el accionar de Verbitsky con lo ocurrido con Hugo Moyano: «Moyano fue a Néstor Kirchner lo que Rucci fue a Perón en el pacto social. Rucci, como líder de la CGT, mantenía alineado al sindicalismo con el gobierno para que la economía marchara en una misma dirección. En su momento, Moyano tenía un papel similar. Pero cuando se peleó con Cristina Kirchner, Verbitsky descubrió que Moyano había pertenecido a la Juventud Sindical Peronista y había estado cerca de la Triple A, entonces lanzó una campaña en su contra. Años después, cuando Moyano se amigó nuevamente con Cristina, la acusación desapareció.»
Según Duzdevich, este es un claro ejemplo de cómo funcionaba el «dedo acusador» de Verbitsky, utilizado para destruir figuras políticas o proteger a otras.