Opinión

A PALABRAS NECIAS, NO SIEMPRE…

Por Carlos Galli.

Un dicho popular dice: «A palabras necias, oídos sordos».

Pero últimamente, en lo personal, no pude hacer oídos sordos.

El Presidente de la Nación, me (nos) trató de IMBÉCILES.

El marxista Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, de NAZI.

Moyano hijo, de VOMITIVO.

El Jefe de Gabinete, el yuppi, Santiago Cafiero, de FASCISTA.

A todos los que me (nos) han ofendido, les digo con todo respeto; respeto que ustedes no tienen, lo siguiente:

No soy IMBÉCIL.

No soy NAZI.

No soy FASCISTA.

No soy un VÓMITO.

Con insultos no se gobierna.

Con insultos no se dirige.

Con insultos no se educa.

El insulto siempre es de los cobardes. De aquellos que se creen los dueños de la verdad absoluta y revelada.

Los que insultan, y muchas veces lo hacen con gritos desaforados, es porque no tienen ninguna verdad para decir. Son decididamente prepotentes, pedantes, soberbios y de sus bocas solo pueden salir vanas palabrerías, improperios y mentiras.

Tratar a cientos de miles de personas de nazis, es no importarle el HOLOCAUSTO.

Expresar que soy, o somos fascistas, es no tener sensibilidad de las atrocidades que originó el dictador italiano.

Decir que hay IMBÉCILES, es ignorar el significado de la palabra. Conforme al diccionario, es una persona que padece una DEFICIENCIA MENTAL. Es lisa y llanamente, un brutal insulto.

No se puede tolerar tanta maledicencia, y mucho menos, de funcionarios, dirigentes políticos, o de gremialistas prepotentes.

Son simples mortales, con una miserable cuota de poder y creen o piensan que ese poder les da derecho al insulto berreta y tribunero.

Evidentemente, somos un pueblo tolerante, que permitimos que algunos políticos nos insulten y nada pase.

El INADI no aparece, porque son del mismo palo. Los insultos a la ciudadanía, no tienen ninguna importancia para aquellos que se sienten omnipotentes, e intocables. En un país serio, un presidente no insulta al pueblo. En una República seria, nadie trata a su gente de nazis o fascistas. Y no es que sean negacionistas, son perversos, rayanos con lo inhumano.

Parece más sencillo insultar en forma chabacana, que expresar ‘NO PODEMOS’.

¿Somos merecedores de recibir insultos? De ninguna manera. De nadie. Somos merecedores de tener una mejor calidad de vida, más digna y que merezca ser vivida. No recibir insultos que nos llegan al corazón y lastiman el alma.

¿Qué se creen que son?

¿Se sienten una casta distinta, con derecho a insultar a los que pensamos diferente?

No son una casta superior. Son tan miserables como sus insultos. ‘Son como los sepulcros, blancos y limpios por fuera, pero por dentro, llenos de miserias y podredumbre’. Y esto último, no es un insulto, es una frase bíblica expresada por el Señor Jesucristo, quien también dijo a los poderosos, ‘generación de víboras’. Y esto, obviamente no es un insulto, salió de la boca de Jesús.

Pregunta. ¿Hasta cuándo nos van a seguir insultando?

Seguramente mientras estén en el poder. ¿O acaso es su modo de vivir, insultando al prójimo?

No tienen altura moral para referirse a los ciudadanos, con insultos y decirnos que somos todos los adjetivos mencionados en esta nota de opinión.

Presidente, Alberto Fernández, no me (nos) insulte más. No se lo ruego, solamente le ruego a Dios. Le pido que empiece a medir sus palabras. Y de usted para abajo, les pido lo mismo. No merecemos sus insultos.

‘Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra’.

Yo no la puedo arrojar. Ustedes… tampoco.

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