DESALMADOS

Por Margarita Pécora B.
Hay noticias que por su sensibilidad extrema uno no quisiera dar, pero el periodista no puede darse el lujo de escoger, mucho menos cuando se trata de vidas humanas despreciadas por medio de un hecho execrable, que ha provocado indignación general, justo cuando el mundo lucha a brazo partido por conservar la vida de las personas.
Me refiero específicamente al caso de las dos niñas ecuatorianas de 3 y 5 años, que fueron arrojadas la pasada semana desde el muro fronterizo entre México y Estados Unidos por un desalmado coyote, individuo que se dedica a traficar personas en medio de un proceso de migración irregular que estos aprovechan para lucrar a costa de otros.
La primera reacción que provoca ver el video del inquietante momento, es llevarse involuntariamente las manos a la cabeza y apretar los ojos , para no ver esos cuerpecitos cayendo desde 4 metros de altura; lo segundo, es imaginar que esa caída fácilmente pudo haber sido mortal, y que los frágiles huesos de esas tiernas cabecitas, pudieron haber chocado con alguna roca del agreste paraje.
Pero al coyote, individuo deslamado, peor que los bandidos más célebres de la historia, nada le importa, en todo caso cumplir su misión y cobrar por poner los ‘paquetes’ del otro lado para que , con suerte, la guardia fronteriza los rescate, o las serpientes o aves de rapiña, se despachen con las dos criaturas.
Abundan los reproches por las redes sociales hacia el detestable papel de los padres de ambas niñas; irrepetibles son los calificativos que les endilgan por condenar a muerte prácticamente a ambas niñas abandonadas a su suerte y en manos de un traficante .
Por eso palidecen las advertencias de la Cancillería de aquel país, exhortando a las familias y padres a evitar exponerse o exponer a sus hijos a los peligros que conlleva la migración irregular, cuando más duras deberían ser las condenas para quienes arrojan sus hijos a un destino incierto, y contra quienes se aprovechan de esta práctica migratoria de dejar niños abandonados en el desierto.
Pocos niños y niñas corren buena suerte en esta aventura, como es el caso de Snyder, otro chico, pero guatemalteco, de 9 años quien relató a la cadena Univisión que viajó ‘solo a EEUU desde Honduras para reunirse con su madre, porque no tenían que comer.’
Es un caso aislado que tuvo suerte de llegar a su destino, porque la inmensa mayoría no lo logra, ya que la guardia fronteriza ha sido reforzada, y suman más de 18 mil 700 menores detenidos en marzo después de cruzar la frontera, casi el doble de los aproximadamente nueve mil 450 apresados en febrero. Según datos de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) obtenidos por el diario The New York Times.
“La cantidad de migrantes indocumentados detenidos en la frontera entre Estados Unidos y México alcanzó en marzo la cifra mensual más alta en 15 años, de acuerdo con datos publicados. En particular el número de niños y adolescentes no acompañados que fueron puestos bajo custodia, casi se duplicó en ese período, en comparación con febrero, según reportes preliminares de la citada agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP)
En total, los funcionarios fronterizos evitaron la entrada a la nación norteña de más de 170 mil migrantes en marzo, un aumento de casi el 70 por ciento más que en febrero y el total mensual más alto desde 2006.
Más de 18 mil 700 menores fueron detenidos en marzo después de cruzar la frontera, casi el doble de los aproximadamente nueve mil 450 apresados en febrero.
Todas son cifras récords , pero detrás de ellas está el drama de las caravanas de las que ya les hemos ofrecido detalles en notas anteriores, sobre la formación y avance de una suerte de río humano desde Centroamérica rumbo a la frontera de Méjico con el país del ‘sueño americano’, en medio de una pandemia que no asustó a ningún caravanista, porque ya tienen sus suertes echadas.
Detrás de la tragedia de las caravanas migratorias, hay algo que subyace y repica con fuerza, y es la incapacidad de los gobiernos de gestionar a favor de la vida digna de sus pueblos. Puede haber espejitos de colores del otro lado de la frontera, pero si una buena administración garantiza los derechos básicos de las personas, la necesidad de emigrar disminuye o desaparece. Por eso vale recordar el proverbio que dice…”Cuando un pueblo emigra, los gobiernos están demás»




