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Opinión

CADENA NACIONAL. ¿QUÉ DIJO?

Por Carlos Galli.

EL Presidente de la Nación, Dr. Alberto Fernández, utilizó por doce minutos la cadena nacional.

La pregunta es ¿para qué?

No expuso nada que no supiéramos.

Que debemos usar barbijo, no es novedad.

Distanciamiento social, de dos metros, no es novedad.

Los vuelos están restringidos, no es novedad.

Que no hay vacunas, no es novedad, excepto para los amigos del poder.

Que debemos higienizarnos. No es novedad.

Que viene la segunda ola del virus. No es novedad.

Que el virus esta mutando. No es novedad.

Llegarán nuevas dosis, pero no dijo qué cantidad.

A mi criterio, que es el criterio de un ciudadano de a pie, un don nadie, es que la cadena nacional, me dejó más dudas, que certezas.

Que me tengo que cuidar, ya lo sé, no hace falta que me lo diga el presidente.

Que tengo que mantener los ambientes ventilados, no es novedad.

Que con el esfuerzo de todos, podemos combatir al enemigo invisible, sin ningún tipo de dudas, es una utopía. Sin vacunas, la batalla, la gana el maldito virus.

Presidente, gasto pólvora en chimangos. No nos dio ninguna buena nueva. Muy por el contrario, en lo personal, me ha mortificado y me llenó de tristeza y angustia.

Cuando anunciaron la cadena nacional, mi espíritu y mi alma, se conmovieron. Sentí una enorme alegría y comencé a soñar con una vida y un mundo mejor. Pero ese sueño se transformó en una pesadilla.

No dijo nada alentador, me desalentó. Estaba cenando y se me cerró el estómago y no pude terminar de comer, al igual que mi esposa y mi hijo. Nos miramos y lo único hicimos fue apagar el televisor. Sentíamos una vez más, que se burlaba del pueblo, como tantas otras veces ya lo hicieron la mayoría de los funcionarios.

El Presidente dijo: «Muchos de ustedes conocerán a alguien que ya fue inoculado». Señor Presidente, no tengo el gusto de conocer a ningún familiar, amigo o vecino que haya puesto su brazo para ser inoculado.

Mi esposa y yo hace 47 días que nos anotamos y mi email sigue esperando el aviso, el día y la hora. Todas las mañanas nos fijamos y sigue en blanco.

Me ilusioné, y el jueves a las 21 hs., usted con sus doce minutos de palabras huecas y vacías, me quitó todas esas ilusiones, que como un idiota me hice. Creí que me iba a dar esperanzas, solo logró angustiarme aún más.

Presidente, le pido que, en su próxima cadena nacional y con el mayor de los respetos, quiero que me devuelva lo que me ha robado, y que sin dudas, son mis ilusiones y esperanzas de tener una vida más digna y que merezca ser vivida.

No es mucho lo que le pido. ¿O tal vez si? Si es mucho, entonces siga hablándole a los suyos. ¿O es que se le está terminando el relato?

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