Los Peronistas Revolucionarios no tenemos laburo.

Por Carlos Galli.
Hoy amigo lector, mi nota de opinión será autorreferencial, y por eso le pido disculpas, pero necesito hacerlo, para ser sincero conmigo mismo.
Soy PERONISTA, sin dobleces, sin agachadas, sin traiciones, porque soy de buena madera, porque tengo buenas raíces.
Puse el pecho tantas veces como hizo falta, para defender al pueblo y a una doctrina nacional, cristiana, occidental y humanista. Estuve secuestrado en un centro clandestino durante muchos meses, maltrecho y torturado. Herido de un balazo en Ezeiza, el día que llegó el General Perón. Me salvó la vida el enorme Leonardo Favio.
Fui expulsado de la mítica Plaza de Mayo, como tantos miles de compañeros y compañeras.
En el año 2005 quedé sin trabajo, fui a tocar puertas durante MI GOBIERNO, y a pesar de ello, las puertas se cerraban.
Me queda claro que no debo servir al PROYECTO Y AL RELATO, porque no tengo una pisca de corrupto, ni de traidor. Desde mi juventud, siempre estuve en la misma vereda, en la del PERONISMO AUTÉNTICO y REVOLUCIONARIO, en la vereda del pueblo, en la de los obreros, de los trabajadores, de los humildes.
Kilómetros transitados en los barrios carenciados, con lluvia, con fríos intensos, con calores agobiantes, ayudando siempre al necesitado. Recorriendo hospitales públicos, acompañando a los enfermos, tratando de darles esperanzas e ilusiones de una pronta mejoría.
Dialogando codo a codo con los curas villeros, y tercermundistas, que sin dudas, también eran compañeros, guiados por entonces, por el Padre Mugica. Hablábamos de temas sociales y comprometidos con todo lo que tenga olor a pueblo, porque donde hay una necesidad, siempre existe un derecho.
En definitiva, al observar actualmente quienes tienen cargos públicos o simplemente un trabajo digno, que era lo que yo pretendía, porque el laburo dignifica al hombre. Nunca pretendí cargos de privilegios, solamente me conformaba con servir café, o barrer las oficinas. Soy Comunicador Social, pero no se me hubieran caído los anillos, por limpiar la mugre de los demás. Por todo esto, y por ver que las puertas, para mi, siguen cerradas, se me ocurre pensar un solo adjetivo, soy un verdadero pelotudo.
Ahora esta el Dr. Alberto Fernández y Cristina Fernández, y las puertas siguen cerradas, pero en esta oportunidad, además le pusieron candados.
Nadie cumplió con aquella promesa de otorgarme un trabajo dentro de MI GOBIERNO.
Siento que solamente logran conseguir trabajo los serviles, los obsecuentes, los alcahuetes, salvando algunas honrosas excepciones.
Se que este articulo será leído por muchos, tal vez, alguien se conmueva, y me ofrezca un trabajo donde pueda ser útil en lo que fuere. Yo pido trabajo, no planes sociales ni dadivas.




