Me aturden los silencios

Por Carlos Galli.
Desde mi juventud, cuando militaba en el campo popular, me aturden los silencios. Hoy a los 68 años, con mis cabellos blancos como la nieve y heridas en mi cuerpo y en mi alma, que nunca han cerrado, los silencios me siguen aturdiendo.
En mi época, fui uno de los miles que pusimos el pecho desde la Tendencia Peronista Revolucionaria, cuando los dirigentes nos dejaron solos y no expresaron una palabra. Me atormentan los silencios que no se hayan preocupado y ocupado, cuando padecimos la cárcel, ni cuando fuimos detenidos y torturados en los centros clandestinos de detención, sacando honrosas excepciones; siguieron los silencios, ese silencio que aun hoy, me siguen aturdiendo.
Otro silencio que me aturde, es la poca importancia que le están dando a los hechos que acontecen en la Provincia de Formosa. Me aturde el silencio de las Organizaciones por los DD. HH. Me entristece y me aturde el silencio del INADI.
Me disgusta el silencio que me aturde de La Cámpora, que solamente hacen campaña para la vacuna contra el COVID-19, y lo hacen con camperas y remeras para ser identificados. Esto es un despropósito y una verdadera canallada.
Son muchos los silencios que me aturden, como cuando los diputados y senadores CRISTIANOS, votaron a favor de la Ley del aborto, cuando el cristianismo cree fervientemente en el Sagrado derecho de Nacer.
Me aturde el silencio de los popes del sindicalismo argentino, o de una gran parte de ellos.
Me aturde todavía, cuando los genocidas nos decían que el silencio es salud.
Me aturden los silencios de la oposición, aunque debo aclarar y ser absolutamente sincero conmigo mismo, que no me extraña, porque cuando fueron gobierno, también hicieron silencios que me aturden, cerraron la boca para defender la dignidad del pueblo. Y no olvido que el ex presidente Macri, tuvo la desfachatez de expresar que los DD. HH. son un enorme negocio.
En un gobierno que se ufana (arrogancia, engreído, presuntuoso), de decir que es revolucionario, me asusta y me eriza la piel, los silencios que me atormentan, el desprecio por nuestros amados viejos, grupo del que formo parte. Laburamos durante más de cincuenta años y hoy dependemos de la ayuda de nuestros hijos.
Me aturden los silencios, cuando el INDEC, nos muestra que el 70 por ciento de niños y niñas de 14 años, son pobres.
Son demasiados silencios que me aturden, pero por ahora, y tan solo por ahora, finalizo mi nota de opinión, parafraseando a una enorme película, protagonizada por Jodie Foster y Anthony Hopkins, «EL SILENCIO DE LOS INOCENTES”.
Claro que en la vida real, la dirigencia política, social, empresarial y gremial, el silencio, no tiene nada de inocencia.
Todos los silencios que me aturden, se agrega la angustia, la indignación y la impotencia.
Finalmente, digo que el silencio que no es inocente, va acompañado de ceguera, porque no hay peor sordo que no quiere oír, y no hay peor ciego que aquellos que no quieren ver.




