Se requieren muchas dosis de unidad para la salvación

Por. Margarita Pécora B. –
No son frases demagógicas sino llamamientos con profundo significado e intencionalidad los que pronunciaron recientemente los mandatarios que asistieron al V encuentro virtual del grupo Puebla, el primero inaugurado este año 2021 para convocar a la unidad y el multilateralismo en Latinoamérica en este preciso contexto de crisis sanitaria.
Fue en ese espacio de diálogo progresista que trascendieron los dichos del presidente argentino Alberto Fernández sobre lo que ha significado “que todos estemos corriendo frente a lo desconocido por su lado:, cuando “hubiera sido mejor tener un lugar donde hacer frente en conjunto a esta situación”.
Fue un llamado que adquiere mayor connotación frente a la tragedia por la muerte de más de dos millones de personas en el mundo a consecuencia del coronavirus frente a lo cual se ha desatado una “guerra” entre países y laboratorios por ver quien llega primero al mercado cautivo del bendito producto que ponga freno a la pandemia.
Lo triste es que son célebres laboratorios amparados por poderosos gobiernos de países ricos que solo piensan en como llevarse la mayor tajada del negocio de las vacunas. En esa carrera no tuvieron en cuenta a los países pobres desprovistos de desarrollo científico y tecnología acorde a esa producción y tampoco presupuesto para afrontar semejante desafío, aunque hay pocas excepciones como el caso de Cuba bloqueada y que sorprende con 4 candidatos vacunales el primero de los cuales “Soberana 02” ya planifica producir 100 millones de vacunas para este año.
Se dice que hay más de una guerra por las vacunas y que en la primera figuró Estados Unidos con los laboratorios Pfizer-Biontech y Moderna, al que le siguieron Gran Bretaña y Suecia con las vacunas de AstraZeneca/Oxford, y también se sumó China con Sinopharm y Sinovac, irrumpiendo luego Rusia con la Sputnik V que llegó a desatar polémica.
Todas han sido objeto de dudas por la aceleración de las fases de investigación y ninguna ha quedado exenta de los temores de las personas ante una presunta reacción adversa en el organismo humano, al punto de generarse corrientes de “antivacunas” que no se guardan su escepticismo y lo difunden para crear rechazos colectivos que solo logran entorpecer la batalla contra el letal coronavirus.
Por otro lado la distribución de las vacunas contó con planes demasiado optimistas en varios países del primer mundo que las desarrollan, y ahora no les cierra la cuenta.
Incluso hay quienes defienden determinadas vacunas como la de AstraZeneca/Oxford como la mejor opción apuntando a una producción más barata, pero al común de las personas que acepta recibir la vacuna no le importa de qué laboratorio proviene sino el grado se efectividad que garantiza, y en ese sentido parece que la Sputnik V elaborada en el Instituto Gamaleya (Rusia) inspira mayor confianza con un 92 % de efectividad.
Los argentinos/as han observado expectantes el ir y venir de aviones a Rusia trayendo cargamentos de dichas vacunas y crece el número de personas que se alistan para recibirla.
Mientras, sigue la pulseada de los laboratorios por las patentes y la carrera desenfrenada por llegar primeros al mercado cautivo que componen millones de personas, hay mandatarios que desean que las vacunas sean “un bien público mundial “ pero para conseguirlo habrá que dejar a un lado el egocentrismo y la falta de solidaridad que muestran países poderosos empeñados en llenar sus arcas con el negocio de las vacunas. sin mostrar el más mínimo gesto de altruismo hacia los estados pobres sobre todo de África y Latinoamérica.
Por esa razón el llamado a la unidad de Latinoamérica por un accionar mancomunado en medio de esta contingencia sanitaria reclama de oídos receptivos de los gobiernos regionales. Dosis de unidad para salvarnos entre todos. De eso se trata.




