
Miente, miente que algo queda es la premisa de Macri, esa que registró Goebbels y le encanta al hijo de Franco. Que a Macri le gusta mentir no es ninguna novedad. Que tiene gustos nazis tampoco. Para probar que no dice la verdad solo hay que escucharlo o quizás a sus amigos periodistas que de a poco se lo van admitiendo. Que es de derecha y tiene conexiones con el partido fundado por el líder nazi se puede probar. Ejemplo, su alianza con el Partido Bandera Vecinal conducido por Alejandro Biondini, que no hay ninguna duda que es el nazi argentino. Esa sociedad cubrió segundo y terceros lugares del ministerio de desarrollo social y actuaron como infiltrados en más de una marcha. También su fiel amigo Stornelli, casado con la hija de un ministro del proceso le encanta las antigüedades del tío Adolf.
Se presenta ante las cámaras y de una galera saca la hipocresía como un mago su pañuelo. Obedeciendo a su psicólogo no se le mueve una pestaña para emitir cualquier sonido que hasta sus fanáticos lo observan sorprendidos. Es un hombre mediocre.
José Ingenieros escribió en el siglo pasado: “la hipocresía es más honda que la mentira, ésta puede ser accidental, aquella es permanente. El hipócrita transforma su vida entera en una vida metódicamente organizada. Hace lo contrario de lo que dice, toda vez que ello le reporte un beneficio inmediato, vive traicionando con sus palabras, como esos poetas que disfrazan con largas crenchas la cortedad de su inspiración. El hábito de la mentira paraliza los labios del hipócrita cuando llega la hora de pronunciar una verdad”.
Ese escrito que tiene un siglo cobra actualidad cuando un Jonatán Viale, un Leuco o un Morales Solá enfrentan al peor presidente de la historia argentina. Este empresario que estafó al estado antes de apoderarse de él. El mismo que prometió pobreza cero y transparencia, ese que desfila por los canales de televisión culpando al planeta de sus errores como dicen sus amigos, o delitos como explica cualquier abogado honesto.
Este hipócrita realza su lado oscuro con la mentira que practica de tiempos infantiles donde su madre castigaba sin obtener rédito alguno. Su padre dijo que era un inútil, su madre reconoció que tuvo que pegarle por mentiroso. El pueblo argentino fue fiel testigo de los dolores de cabeza de los padres de Mau.
Siguiendo con José Ingenieros, el escritor sigue explicando a Macri sin haberlo conocido y dijo: “el hipócrita está siempre dispuesto a adular a los poderosos y engañar a los más humildes mintiendo a entrambos. El que se acostumbra a pronunciar palabras falsas, acaba por faltar a la propia sin repugnancia, perdiendo toda noción de lealtad consigo mismo. Los hipócritas ignoran que la verdad es la condición fundamental de la virtud. Olvidan la sentencia multisecular de Apolonio; “de siervos es mentir, de libres decir la verdad”. Por eso el hipócrita está predispuesto a adquirir sentimientos serviles. Es el lacayo de los que se le rodean, el esclavo de mil amos, de un millón de amos, de todos los cómplices de su mediocridad”.
José Ingenieros no conoció a Macri, pero que bien lo pinta. ¿No le parece?




