
A 12 días de las elecciones presidenciales por las que ya unos 40 millones de estadounidenses han votado, se produjo el último debate presidencial, menos hostil, pero no exento de golpes bajos y gesticulación de visible enojo por parte del presidente y candidato republicano Donald Trump.
Lo cierto es que este último careo previo a las elecciones del 3 de noviembre, dejó ver al inquilino de la Casa Blanca manteniendo una compostura mucho más civilizada, contra su rival el candidato por el Partido demócrata Joe Biden, señal de que ambos corrigieron las graves fallas del anterior debate evaluado como un show caótico y vergonzoso.
Recordemos que el segundo debate previsto para el pasado 15 de octubre, había sido cancelado luego de que Trump contrajera Covid-19 y de que los equipos de campaña no se pusieran de acuerdo sobre las reglas del mismo.
En esta última ocasión ambos tuvieron para responder en casi igualdad de tiempo las diversas preguntas que les formuló la periodista Kristen Walker, de la cadena de televisión NBC, quien manejó un botón para silenciar los micrófonos de los participantes en los momentos previstos para que cada uno tuviera unos minutos de intervención sin interrupciones.
A pesar de ello Trump no pudo ocultar su carencia de formación política en las interrupciones a su oponente; y el ataque personal con golpes bajos que propinó a Biden lanzándole acusaciones de beneficiarse personalmente de los negocios de su hijo (Hunter) en Ucrania y China, haciendo referencia a informaciones publicadas por algunos medios y que supuestamente se basan en datos obtenidos de una computadora.
Biden, conocedor de la agresividad de su contrario, no se dejó provocar con el tema en que le involucraba y también ripostó recordando a Trump sus incumplimientos en el pago de impuestos, que dejaron ver al magnate victimizándose.
El mandatario intentó dibujar a Biden como el «típico político», con constantes referencias a su larga carrera y, en especial, a sus dos períodos como vicepresidente de Barack Obama y le cuestionó en varias ocasiones no haber hecho nada en esos 8 años.
El demócrata, por su parte, buscó mostrar a Trump como un mandatario que ha llevado al país a una profunda crisis, pero que no asume sus responsabilidades, que divide a los estadounidenses y que está desconectado de la vida de los ciudadanos comunes.
«Esto no se trata de su familia o de la mía, sino de tu familia», dijo Biden mirando a la cámara y hablándole directamente a los electores de clase media, con cuyas dificultades intentaba mostrar empatía.
El debate dio comienzo con el drama más impactante del coronavirus, que mantiene a los Estados Unidos en el primer lugar del mundo con el mayor número de muertes, unas 223.000 frente a lo cual Trump –negador serial de la pandemia-, se defendió alegando que habían logrado grandes avances y evitado la muerte de 2,2 millones de personas y que ha sido felicitado por los líderes de muchos países.
La cuestión migratoria fue tema que dio ventaja a Biden para echar en cara a Trump su política ‘criminal’ de deportación de padres separados de sus hijos en la frontera con México “Estamos en deuda con ellos” -consignó el candidato demócrata-.
Trump se defendió haciendo referencia a las gigantescas celdas de metal de los centros de detención de inmigrantes en Estados Unidos, asegurando que habían sido construidas durante el gobierno de Obama, en el que Biden fue vicepresidente.
También presumió de ser «el presidente que más ha hecho por los afro estadounidenses desde Abraham Lincoln» (el mandatario que abolió la esclavitud) y de ser «la persona menos racista en esta habitación».
Biden, por su parte, ofreció muchos más detalles sobre sus planes de gobierno y anunció, por ejemplo, que, de llegar a la Casa Blanca, enviaría una ley al Congreso para crear un camino hacia la ciudadanía para 11 millones de inmigrantes indocumentados, que mejoraría el sistema de salud estableciendo una opción pública de seguro médico que -prometió- generaría mayor competencia y permitiría abaratar los costos. También se comprometió con un salario mínimo de US$ 15 por hora.
En comparación con el primer debate este segundo y final encuentro entre Trump y Biden fue mucho mejor recibido por el público. Biden exhibió una compostura mayor, y respondía con conceptos firmes y argumentados, a diferencia de Trump que se mostraba casi infantil personalizando los ataques verbales, revelando una expresión para el público de un hombre lejos de ser un vencedor, y mucho más cerca de un derrotado en una campaña deficiente.



