
Algunos dirigentes de la oposición se parecen a ese portero galaico de Jacinta Pichimahuida que hace décadas se dirigía a los alumnos y les decía: “al aula blancas palomitas”. Otros tiempos aquellos dice el tango. Lo cierto es que si no se dieron cuenta estamos en octubre, tenemos 400 muertos por día y el famoso pico dura más que el amesetamiento.
El ministro de educación, Trotta -un hombre de Víctor Santamaría con parientes militares hasta debajo de la alfombra-, ya dijo que empezaría en agosto. No en setiembre, quizás en octubre. Buen hombre, reitero, 400 fallecidos diarios y la única posibilidad en la que podamos coincidir es que concurran los últimos años de la primaria y secundaria y con todos los protocolos posibles. Y hasta ahí llegó mi amor.
La procesión a Luján se hizo en forma virtual, el día de la lealtad igual y el colegio hasta ahora es cibernético. Larreta como fiel expositor de la derecha reclama que los chicos tengan clases presenciales. En su discurso nos habla que existen pibes de clases bajas que no acceden a una computadora y pierden el año de enseñanza. ¡Mira vos Larreta!, como se preocupa por los pibes pobres. Claro, que cuando compró macetas a un 120 por ciento más caro, invirtió más de 4 millones en limpiar el gobierno de la ciudad, compró barbijos a un 1.000 por ciento sobrevaluados, ahí se olvidó de que había que comprar computadoras para los pobres. Es más, cuando un maestro, sacó plata de su bolsillo para pagar tarjetas para que los pibes se conecten, el maestro ¿Qué pasó? terminó suspendido. Larreta no es un opositor, es un tránsfuga.
Alguna vez mi abuelo me dijo: “cuando no se puede, no se puede mi viejo”. En medio de una pandemia, con un pico que se amesetó en la cima, con personal de salud mal pago y poco considerados, y un año escolar que empezaría en noviembre. No dá, no se puede. Todos los países que abrieron las escuelas, a la semana algunos, a los quince días otros, las han cerrado. El famoso botón rojo de Alberto, ese que no se aprieta quizás se use con los menores en el colegio, digo yo. El único sentido que le encuentra Larreta es quedar bien con sus votantes y seguir enfermando gente como desde el primer día, a pesar de su hipócrita convivencia con el gobierno nacional.
Las palomitas blancas debieran esperar, igual desde este espacio no se decide nada, pero estamos aburridos ya de proclamar el famoso “te lo dije”. Larreta debiera pensar, ya que de golpe le tomó gusto y entusiasmo a las clases bajas, que las madres -todas- prefieren una familia entera, sin enfermos, ni muertos, a que su hijo vaya un par de semanas quizas un mes al colegio. ¿No le parece?




