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Opinión

No todo lo que brilla es chino.

Por  Margarita  Pécora   –

 

El  argentino  medio desconoce los alcances y  consecuencias  del predominio mayoritario de determinado país en las inversiones  en la Argentina. Incluso en la prensa recibimos  información retaceada  de cuáles y cuántas  son las naciones   que  desarrollan  inversiones  en  este país, dónde están ubicadas  y  qué peso  tienen  en la economía, o  hasta qué punto  pueden comprometer la soberanía nacional.

No es de ahora que  preocupa que  el peso de la balanza  se  esté inclinando  hacia  determinados países como China, por citar el ejemplo  más sobresaliente  entre  los gigantes asiáticos, porque  es el que ha diseñado una estrategia  para  abrirse paso por América Latina con la denominada Ruta de la Seda, y es el  que claramente pretende consolidarse  como la principal economía rival de los Estados Unidos en términos globales.

En este  contexto actual de pandemia,  que está dejando  las economías  destruidas y  lejanas las esperanzas de poderlas  recomponer en breve tiempo,  las transnacionales abren sus bocas hambrientas  detectando con ojos de águila, en el caso de Estados Unidos, dónde están las necesidades más imperiosas  de inversiones, recursos financieros y materiales  e insumos de todo tipo.

Estados Unidos, aparece siempre  dispuesto a proveer esos recursos, pero a un precio que resulta excesivo, no sólo en términos económicos sino sobre todo políticos.

Y  es ahí donde  tienen que  hilar fino  quienes deciden  dónde  y en qué proporción la Argentina  debe aceptar inversiones foráneas, sin dejarse  dominar  por  la crisis  en la que nos está sumiendo la pandemia,  ni ceder  fácilmente a propuestas que  suenan  amigables, ventajosas, oportunas,  pero  que si no se estudian bien   antes de contraer compromisos, pueden poner  en riesgo   algo  tan sagrado como es la soberanía nacional.

El país de la Gran muralla, al que todos  admiramos  por  su grandeza  y cultura milenaria,  ya tiene    más de 2000 empresas  instaladas   en América Latina y el Caribe, permitiendo que la región  se convierta  en el segundo destino de las inversiones chinas en  ultramar.

La cooperación financiera es cada día mayor con la suscripción de acuerdos de canje de monedas entre China y numerosos países latinoamericanos y caribeños.

Es tan  alta la presencia china en  Argentina, que le ha valido  el término  peyorativo  por cierto de ‘Argenchina’- . El país oriental  se ha expandido  en varios rubros estratégicos para garantizar los intereses de la potencia para las próximas décadas.

Lo que ven los argentinos  de a pie, es que  por cada  10 negocios  chinos,  ya sean  supermercados  o locales  de ropas, calzado o bisutería, etc apenas hay 2 ó 3   en manos de argentinos.  Y  ese desplazamiento  del comerciante nativo por el  asiático que llega  con un ímpetu  y disciplina de trabajo ejemplares, pero  abarcadores ,  sigue  marcando un desequilibrio  no solo en la presencia de  ciudadanos  chinos, sino en la oferta de productos   diseñados y elaborados   con  tiempo de vida  tan limitado que   obligan a su reposición  y  un consumo cautivo.

Detrás de este enjambre  de negocios pequeños, están las inversiones chinas  de  gran peso. Para algunos analistas la  avanzada  china en la Argentina comenzó hace más de una década, con un posicionamiento fuerte en el control de las reservas hidrocarburíferas, captación del flujo de producción agroindustrial y acciones de envergadura en el sector de los biocombustibles.

Más de una década después de aquella primera oleada de compañías orientales, privadas y estatales desembarcando de forma masiva en la geografía local, el escenario actual se ve nuevamente sacudido por desembolsos orientados a hacer de esta parte del mundo un objetivo de  inversiones económicas  que fortalecen   el avance  de la estrategia China  para Argentina y América Latina  con los ojos puestos  en los  agro alimentos,  minerales, energía y combustibles, en ferrocarriles por cuestiones también geoestratégicas.  Y ahora con la pandemia, se habla de vacuna china y  de insumos de todo tipo para el  sector de la salud.

Los chinos se acercan  a la Argentina  con la nobleza de un discurso que  promete  el beneficio mutuo,  la ganancia compartida y en el buen manejo entre la amistad y los intereses.

Y es cierto que la activa participación de las empresas chinas en los mega proyectos, de acuerdo con las necesidades reales locales, ha coadyuvado a los países de la región a superar los cuellos de botella en su desarrollo, pero la Argentina  posee en la actualidad  112 representaciones  de naciones extranjeras ,  varias de ellos son, al igual que China, potencias económicas  que la Argentina debe poner en la balanza  de las propuestas de inversiones  a favor de  una elección más  equilibrada,  a favor de una   verdadera relación  comercial bilateral  más equitativa  y una estratégica  defensa  con  fuerte visión  hacia  la protección de la soberanía  nacional.

 

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