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Opinión

La Educación en disputa entre la gestión estatal y la privada.

Por  Margarita  Pécora   B.  –

 

 

Para nadie es noticia que el  Covid-19  se ha expandido por el mundo  y está dejando  secuelas, algunas irreversibles,  no sólo en  el sistema sanitario mundial, sino también en  el  financiero y  la economía en general, donde  se  produce ya una  fuerte contracción  así también   en   los servicios  donde está comprendida la Educación que,  además de  ser un deber de los gobiernos  garantizarla, es una imperiosa necesidad para  el desarrollo de cualquier nación.

Esta pandemia  cambiará muchas reglas  en la vida  de la humanidad;  las relaciones laborales  a distancia con el teletrabajo,   que  ya es ley  en la Argentina,  es lo primero que tenemos  como un hecho  palpable y concreto , pero también  la Educación  está  ante el desafío de los cambios que nos impone la secuela brutal del coronavirus  que dejará  a los  estados, la  inaplazable tarea de  producir alimentos para erradicar el hambre que nos acecha.

Países que siguen un modelo de desarrollo basado en la igualdad,  la distribución equitativa de la riqueza y la solidaridad,   que ponen la prioridad  en  lo público  más que en lo privado, tendrán  por supuesto,  las mayores posibilidades de responder  a todos estos desafíos; no así  aquellos   que siguen las pautas neoliberales con políticas  de mercado que tienden  a favorecer las privatizaciones  y a desmantelar   el sector público.

Ya se empiezan  a ver   en  la Argentina  los primeros síntomas de la debacle que se viene para la enseñanza privada  con  la pandemia del Covid-19, que  al igual que la pública,  ha tenido que  encarar el sostenimiento de la Educación,  recurriendo a las  clases a distancia o teleclases,  utilizando internet o plataformas educativas instaladas o creadas con tecnología en la web a través de Instagram, WhatssApp, mail, Facebook, y papeles, según las posibilidades del/a docente y de los/as alumnos/as.

En la actualidad   está instalada la polémica de cómo  va a seguir  en el futuro el sistema de enseñanza, si compartido entre lo presencial y lo  virtual , o retomar lo presencial como era antes de la pandemia, y muchos especialistas (pedagogos y tecnológicos) aseguran que la incorporación de la informática a la Educación llegó para quedarse definitivamente, de modo que  la enseñanza  a distancia con el  uso de la Web  está marcando ventajas en esta carrera.

Pero hay  un problema  mayor de fondo,  y es  de qué lado se inclinará definitivamente la balanza,   después de esta pandemia, si del servicio en la educación  gestionado desde lo público o  lo  estatal.

Por lo que estamos viendo,  en la Argentina con  el parate económico  del necesario y prolongado   confinamiento social,  las familias que tienen a sus hijos en escuelas privadas, alrededor de un 25%, según cálculos del Ministerio de Educación,  se han visto  en la  difícil  obligación  de seguir pagando cuotas  carísimas, y  desde  el sector privado en el Sector, hay quejas  de un  alto porcentaje de morosidad en  los pagos.

Esto, sumado  a la emigración que ya se venía dando  de matrículas  de las escuelas privadas hacia las públicas, nos está diciendo que  la balanza  del servicio de educación, se va a inclinar  probablemente hacia  el sector público , favorecido además por la ruptura  del mito  de que  en las escuelas privadas  se imparte enseñanza de mayor calidad  que en la pública, cuando sobran ejemplos de que no es así.

Si hace falta  uno, basta con citar  el Colegio nacional de Buenos Aires, público  con un altísimo prestigio docente, que sigue despertando el sueño de  miles de  chicos de estudiar  en ese  Centro.

Por otro lado, a nivel  regional  sabemos que los desafíos de la educación  en todas los tipos de enseñanza en  Latinoamérica, ha sido  la fuerte expansión de la matrícula,  pero  después de la pandemia tendrán que cambiar   sí o sí, las políticas públicas destinadas a reducir las barreras financieras que limitaban el acceso de los sectores de menores ingresos a la educación.

Hay países  en la región  que ya son  emblemáticos  por   la  poca prioridad que históricamente han  otorgado en sus  presupuestos económicos al gasto educativo. México y Chile son estos casos.La inversión en educación de Brasil, Costa Rica y Colombia,  también están lejos de ser la óptima.

Latinoamérica tiene aún mucho por hacer respecto a este tema, de modo que no solo será,  cómo hacer convivir la enseñanza desde las plataformas virtuales y presenciales, sino también cómo afrontar la fragmentación que  ya se está dando  con la migración de matrículas del sector privado hacia  el público, avizorándonos de que este modelo será el que se imponga de ahora en más.

Ya es momento de redefinir la modalidad educativa. La calidad de  la enseñanza  del sector privado es un mito, los criterios y las normas internacionales dejan bien en claro que la enseñanza privada debe estar adecuadamente regulada y ha de ofrecer por lo menos el mismo nivel de calidad que la educación pública, pero es  evidente que a menudo no ocurre así, porque cuando la educación se convierte en una mercancía, se generan muchas repercusiones negativas.

Con todo lo dicho ya  se tendría que ir pensando  en  dotar de mayor  infraestructura y presupuesto  para  garantizar  que el  estado en sus escuelas públicas,  pueda absorber  las  grandes oleadas de  alumnos/as que  inexorablemente  dejarán la enseñanza privada después de la pandemia.

 

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