El ministro de salud porteño declaró la semana pasada que “no hay manera de controlar lo que hacen miles de jóvenes en el AMBA”. Frases parecidas utilizó Jair Bolsonaro y ahora no sabe qué hacer. Fernán Quirós, para que se entienda, quiso decir que mueran todos los que tengan que morir al mejor estilo norteamericano.
No hubo cambios en la cuarentena a pesar de que los números siguen en alza. El jefe de estado y sus lugartenientes no han cumplido con su palabra. Quince días antes habían dicho que si no bajaba el contagio darían marcha atrás. Indudablemente Larreta y Magneto tienen más poder que Alberto, porque los casos han aumentado y cambio no hubo y parece que no habrá.
El amigo de Alberto tiene mucho que ver en el aumento de enfermos, además de provocar el desastre bonaerense. Cuando no era el momento propicio abrió casi todo la Capital y permitió un mayor contagio. No olvidemos que dejó sin agua una semana a la villa 31 que sufrió un contagio del 60 por ciento de la población. El presidente sabiendo esto no tuvo mejor idea que llamarlo amigo.
En los últimos días Alberto reconoció públicamente que la “cosa no funciona”, con lo cual uno esperaba mayor restricción. Otra vez pudo más Larreta y no cambió nada con la amenaza de que en quince días si no bajan los datos se dará marcha atrás. Algo tan poco creíble como que Clarín hable bien de Cristina.
Los partidos duran 90 minutos. Nosotros en el primer tiempo aplaudíamos médicos, enfermeros, la imagen de Alberto llegaba al 80 por ciento y preparábamos el monumento en vida para el presidente. Hoy hay enfermeros que son insultados, Alberto bajó 20 puntos la consideración pública, Macri entra y sale del país como pancho por su casa y Larreta comienza a trabajar en su carrera presidencial.
El peronismo votó lo que vota siempre, conducción política. Hoy está ausente. Hoy escuchamos a Santoro haciendo una parodia de Fidel Pintos, colocamos monumentos de Alfonsín por todos lados y no sabemos a cuento de qué y si llegamos a imprimir billetes sabemos que estará la figura de Favaloro pero no la de Perón. El problema sanitario es una cuestión política y así sigamos haciendo el aguante al peronismo debemos darnos cuenta que el tema se le está yendo de las manos al oficialismo. El rumbo debe cambiar, menos social democracia y más peronismo. ¿No le parece?
