Mauricio Macri comenzó a dar entrevistas, y con un apellido nada «nac and pop», Vargas Llosa. Mientras el peor presidente que la Argentina ha sufrido, disfruta de los halagos -nunca merecidos- su lugarteniente fuma la pipa de la paz con el intendente porteño. Hoy el grupo de Larreta, Vidal, Grindetti y Jorge Macri son unos señoritos democráticos encolumnados detrás de un Alberto pacificador. La etílica sigue cambiando de marca y de cosecha cada vez que realiza un comunicado. A esta embriaguez de escaso poder montonero-conservador se le adosa un Cornejo que para aparecer en los medios ya dijo que Mendoza será independiente, que la Bullrich tiene razón y seguramente afirmará que el causante de la tragedia sanitaria es Batman junto a su más que fiel compañero Robín.
En esa pipa de la paz Bullrich cosecha 2020 se compromete a dejar la bebida cada vez que opine, acto que supo valorar el intendente. Por otra parte, los jefes comunales amarillos enloquecen cada vez que la Peñaflor del siglo 21 habla. Hasta Grindetti se le ponen los pelos de punta por esos comunicados bordolinos.
Hoy no hay resto. Poco es el presupuesto que maneja cada intendencia para tratar de salvar su comuna. El virus hizo y hace estragos. Los amarillos gobernantes no tienen más alternativa que ver en Alberto un líder.
El 2020 se lo tragó el Covid-19, una preocupación que se agrega al sistema político es el 2021 con elecciones legislativas. No se sabe si estaremos en fase cinco o encerrados tipo prisión domiciliaria, lo que si se conoce es que por lo menos sufriremos la pandemia económica, esa que fundó el mamerto y que consolidó el virus. El dilema es si el sistema tiene capacidad organizativa para afrontar unas elecciones que se eligen parlamentarios. Ese dilema se convierte en un problema cuando poco sentido se le encuentra al trabajo legislativo en plena tragedia.
Mientras se piensa en no romper el acuerdo entre amarillos y oficialistas, al mismo tiempo la postergación de las legislativas, otro tema que ocupa la mente del poder es otro dilema o quizás un serio problema, que hacemos con la reelección de intendentes.
El 2023 y con intereses de deuda pagándose, se elige además de presidente cargos ejecutivos. Por ahí quedó boyando la ley Massa, esa con la cual colaboró al macrismo el hombre de Tigre para que ningún intendente tenga más de dos mandatos. Los barones del conurbano, que jamás son amarillos, habían hablado con diputados macristas para dejar fuera esa ley que tenía un solo objetivo sacar al actual intendente de Tigre del poder. Las conversaciones ya existieron y se pueden renovar. Usted dirá el 2023 está muy lejos, pero debe saber que la preparación es un año antes y eliminar la ley o no debe estar para el año que viene. A todo esto súmele que no sabemos si habrá rebrote de un virus que nadie conoce pero tenemos la certeza del caos económico. La pregunta es ¿aguanta un país generando gasto inútil para elecciones sin sentido como las PASO o el cambio de figurita en las intendencias? Hoy el ciudadano de a pie tiene otras preocupaciones que serán similares a las del año que viene y uno calcula que por lo menos tres años más. ¿Usted cree que le preocupa si la ley massa triunfa o no, le cambia la vida hoy ir a votar o no?. Quizás si capaz que se contagia de un virus que lo lleva a la muerte. Y por otro lado hay muchos valientes que pretenden hacerse cargo de un distrito, una provincia o un país en tiempos de miserias. Difícil contestar aunque con la experiencia que uno acredita cree, sin tanta información, que la ley Massa dormirá el sueño de los justos y si habrá elecciones será con los que usted ya conoce. ¿No le parece?




