El virus sigue avanzando por el AMBA, a pesar de ello la cuarentena pocos la respetan. Desde el llano observamos como el presidente y el gobernador bonaerense hacen lo imposible para que la gente se quede en su casa, pues están muy preocupados por el avance del virus y la escasez de camas.
Por otro lado, los anticuarentena no cesan en mentir para conducir a la gente a la muerte. Los medios presionan, el macrismo y la izquierda funcional a la derecha hacen lo propio y el poder real invierte sus dineros con el mismo objetivo, destruir la cuarentena y el gobierno peronista.
Pero mientras los dirigentes se abroquelan en un solo pensamiento, similar al oficialismo, existen intendentes macristas que hacen un juego de pinzas, por un lado se muestran comprensivos con el gobierno y al mismo tiempo pretenden flexibilizar de manera tal que la curva aplanada sea solo un recuerdo.
El intendente de Tandil declaró que el abrirá los comercios sí o sí. Aunque no haya oficializado el tema pocos en Tandil se quedan en casa. El jefe comunal de Bahía Blanca operó en la misma senda que Tandil, y sigue teniendo casos positivos. Su par de Olavarría comenzaba a abrir la cuarentena cuando se le sumaron una treintena de casos positivos. En la Capital se flexibilizó a más no poder en plena cuesta arriba. Con el agravante para Rodriguez Larreta que cuando la Villa 31 se quedó sin agua dejó sin solucionar el problema por 15 días. Cuando permitió que los porteños corrieran y lo hicieran sin ningún cuidado no retrocedió en forma inmediata de fase.
Entonces ¿cuál es el factor común que une a los mencionados dirigentes?, la corriente política de derecha, el macrismo. Con lo cual uno puede pensar de tres maneras diferentes: a) que son ineficientes en la conducción de un distrito, b) que gobiernan para sus aportantes y no para sus votantes y menos aún para la población toda y c) que son un caballo de troya o dobles agentes. La tercera opción es más creíble. La derecha piensa derrotar al peronismo sumando muertos al Coronavirus. Nunca afirmarán esta idea, pues tendrán dos respuestas: a) es un virus nuevo y no sabemos cómo manejarnos o b) la gente está cansada de estar adentro.
Cualquier dirigente que se precie de tal sabe que en los momentos que la conducción lo exige no existe la opinión del habitante. Se determina un camino a seguir y se cumple. En una pandemia no se puede preguntar a cada rato que piensa el señor o la señora, se elige un método de trabajo y una estrategia a desarrollar para llegar al objetivo final y este es que haya menos muertos, y la causa amarilla pretende exactamente lo contrario.
Cuando escuchen a Feinmann, a Leuco o Bullrich piensen que los abuelos están cayendo día a día, mañana puede ser tu abuelo, por eso déjate conducir para no repetir un Bolsonaro o un Trump. Falta todo un invierno y el virus sigue avanzando. No te dejes influenciar por los sicarios del terror.
