
Los barrios conservadores porteños demostraron de una vez su fascismo y escasa inteligencia realizando un cacerolazo en protesta de la futura expropiación de la firma Vicentín. Todos los medios dominantes siguieron el tema, además de magnificarlos.
Uno se pregunta ¿hasta donde llega la inteligencia porteña? y es ahí cuando no se encuentran respuestas que pertenezcan a un pensamiento democrático. Desde ese lugar salieron pañuelos blancos festejando el golpe del 55, son esos lugareños que aplaudieron los fusilamientos del 56 y todas las dictaduras militares. Los mismos que apoyaron a De la Rúa hasta el corralito. Son ellos los que le pidieron a Rodriguez Larreta una cuarentena inteligente en plena curva ascendente. ¡Las contradicciones de la vida!. Salen a correr, uno de ellos muere en La Paternal, los casos siguen aumentando y me hablan de cuarentena inteligente. Ellos que votaron a Macri y creen que Clarín es la Biblia. ¡Cuánta razón tenía Durán Barba cuando declaraba que había hecho la campaña para la cabeza de un niño de ocho años, mensajes cortos y un globo!.
Estos cacerolos ignoran que Vicentín vació la empresa. Que los últimos 300 millones de dólares los puso el gran pueblo argentino salud a través del Banco Nación. Que Cavallo cuando fue presidente del Banco Central en 1981 y les estatizó la deuda, que exportaban sus productos desde Paraguay y Uruguay y pagaban impuestos, escasos, en esos dos países. En Argentina nada. Seguro que lo ignoran porque el Trompetín solo habla del avance del comunismo.
Poco han de saber que son entregadores de 22 trabajadores en los años de plomo, que llegaron a amputarle una pierna a un trabajador para justificar un accidente y cobrar un seguro. Ni hablar de los salarios y la flojedad de los papeles. Menos sabrá el porteño que si esa empresa en conflicto pasa al estado se puede controlar los precios de los alimentos. Ya sabe buen hombre si le aumenta la yerba, la manteca o el aceiten reclame a Vicentín y deje tranquilo al gobierno.
Tampoco sabrá el habitante de CABA la cantidad de maniobras fraudulentas que realizó en épocas de Macri. Como serían que el presidente del Banco Nación, González Fraga, había contratado un seguro de 100 millones de pesos para que actúen en caso de ser citado por la justicia por su trabajo en el banco. Fraga contrata ese seguro porque desde el primer día estaba dispuesto a “ayudar” a algunos amigos para que vacíen empresas, tal es el caso de Vicentín.
Todavía no se elevó el proyecto al Congreso, por ahora la expropiación es solo un titular, pero ya el cipayismo, pobre de intelecto, salió en su defensa. El barrio de Belgrano mostró sus cacerolas para defender a unos estafadores. Eduardo Duhalde se plegó al mandato cacerolo evidenciando que sigue siendo fiel empleado de Magnetto. Por ahora el presidente sigue gobernando, la idea de la expropiación fue suya y no de Cristina -como declaman los leucocitos, los Feinmann y el ratón de Majul-. Por ahora no hay nada para aplaudir. Solo denuncias y el aspecto sanitario que era brillante comienza a deslucir por habilitar a Rodriguez Larreta. Estamos a tiempo de recuperar la conducción y gobernar desde el peronismo.




