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Opinión

EL RACISMO, LA DESIGUALDAD, LA POBREZA.

Por Dany Wilde.

Estados Unidos vive la tragedia del virus a la par de saqueos, toque de queda y un presidente en el bunker de la Casablanca. Por primera vez, desde 1943, un primer magistrado estadounidense está en peligro. Y todo por la mala praxis de un policía que se tradujo en los medios en racismo puro con la muerte de George Floyd.

Ver la los negocios de la Quinta Avenida saqueados con los camiones que trasladan muertos fruto del coronavirus se asemejaba más a una película de ciencia ficción. Si alguien lo contaba hace un año atrás pasaba por loco. Pero no, es cierto, tan veraz como en los mejores tiempos de Martin Luther King.

Recordemos que el racismo en Estados Unidos es moneda corriente. Todavía existe el Ku-Klux-Klan. Todavía la gente distingue por el color de su piel y todavía uno se pregunta de que color es la piel de Dios. Siempre existió el conflicto en este país. Recién se visibilizó en 1955 cuando Rosa Parks tomó asiento en un bus, algo que estaba prohibido. Martin Luther King y Malcom X lucharon por los derechos de los negros y ambos fueron asesinados. Recién en los setenta un negro se lo tomó como un humano en serio en el país del norte. Hoy el racismo yanqui se comete con el latino o el asiático. Pero cuidado esta deshonra para el humano no es exclusividad de esta potencia.

Hasta la década del 80 en Argentina celebramos el día de la raza. De que raza preguntaba uno. El villero, el pobre, el morocho es mal visto. En realidad el pobre no es querido. La desigualdad reina en los países subdesarrollados gobernados por la derecha en la mayor parte de su historia. Ahora bien, si ese villero luego se transforma en un Palito Ortega, Diego Maradona, Carlos Teves o Sergio Agüero pasan de odiados a amados. No por nada existe el Inadi.

Tampoco somos los únicos. El planeta es desigual, es racista, es miserable. El judío siempre fue perseguido, pero a su vez el judío califica y detesta al que no es como él, al goi. El musulmán castiga a la mujer hasta humillarla. La cancha de futbol de cualquier parte del mundo se transforma en un recinto apto para la descalificación. Bolitas, bosteros, paraguas, por decir algunos términos. Pero no se preocupe buen hombre. Ninguna de estas miserias son de los tiempos actuales. En el Génesis, en la Biblia uno puede leer como un judío vendía a su hermano para obtener la primogenitura y llevarse la herencia. El negro que hoy es castigado por su color de piel antiguamente era un esclavo. En Wall Street donde funciona la bolsa de valores hoy, ayer era el lugar de venta y retiro de esclavos. En la Argentina, ese lugar se situaba en lo que es hoy estación Retiro, de allí se retiraban los esclavos por eso el nombre de la estación. Incluso algunos traficantes de esclavos recibieron el honor de llevar su nombre en ciudades, tal es el caso de Domingo de Acassuso.

De Africa ni hablemos, el lugar con más riquezas y con más humanos sometidos y pobres. Lo mismo ocurre en Medio Oriente y en América Latina. Por eso no se amargue. El caso Floyd visibilizó el mundo donde vivimos, y como si esto fuera poco en medio de una pandemia que sirve para llevar a la muerte a más indefensos. La desigualdad siempre existió, la pobreza también, lo mismo que el racismo y la superpoblación por eso hay una solución y no es el amor, ni terminar con la grieta, la única solución y utópica es como decía Perón: “la distribución equitativa de la riqueza”.

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