El vuelo espacial puso una cortina de humo al infierno que vive EE.UU.

Por Margarita Pécora B. –
Ha logrado acaparar la atención del mundo un suceso aeroespacial como el que se produjo en la NASA con el despegue la nave Crew Dragon y su exitosa conexión a la Estación Espacial internacional. Pero más allá del orgullo que significa para la comunidad científica internacional y del magnate Elon Musk, propietario de la empresa -Space X primera no gubernamental que logra este vuelo privado tripulado, es Donald Trump quien parce haber salido ganando al menos mediáticamente en medio del infierno que vive EE.UU. por estos días.
A Trump le resultó funcional que los Medios saquen de los principales titulares las más de 100 mil muertes que provoca el Covid-19 y que siembra de luto a los estados más emblemáticos agravado por las erráticas decisiones del mandatario y su ambivalencia respecto del protocolo sanitario que debió seguir el país para proteger a sus habitantes.
A Trump le favorece que los monopolios de la información, amararilleen todo cuando puedan con el espectacular acople de la nave espacial , porque eso representa una cortina de humo para los disturbios y protestas que se desataron en 30 ciudades, por la muerte en Minneapolis (Minnesota) de George Floyd, un hombre negro al que todos vimos claramente por la grabación de un transeúnte, cómo un policía blanco lo inmovilizó, ya esposado, con la rodilla en el cuello durante varios minutos, pese a ruegos de que no podía respirar.
El mandatario norteamericano sacó ventaja del efecto distractivo de este suceso científico, en medio del cual anuncia que Estados Unidos tendrá muy pronto las mejores armas de la historia y el aterrizaje a Marte , y quiere que el mundo no se entere de la magnitud de la indignación que desató este suceso- uno más en la larga cadena de crímenes racistas en EE.UU.
Si alguien esperaba que Trump se pusiera del lado de los negros maltratados en ese país, se equivoca, porque el presidente norteamericano ni corto ni perezoso calificó de “matones” a los manifestantes y señaló y cito textual que “lo que estamos viendo en las calles de nuestras ciudades no tiene nada que ver con la justicia o la paz”, a raíz de lo cual amenazó con activar al Ejército “muy rápido”.
A partir de entonces las imágenes que llegan de Estados Unidos son de más represión, de muertos y heridos, de coche patrulla arrollando a manifestantes, o caballos pisoteando a las personas, y de cifras de arrestados que crecen por horas.
El racismo en Estados Unidos es endémico y tiene siglos de existencia. El 20 de agosto de 1619, se conmemora, la llegada forzada de una veintena de africanos a la costa del actual estado de Virginia. Desde entonces los negros con su mano de obra construyeron el imperio de riqueza y opulencia que disfrutan los blancos.
La segregación racial contemporánea en EE.UU., pareció tener un leve respiro cuando Barack Obama asumió como primer presidente afro norteamericano y los negros se sintieron reconocidos.
Pero hoy con Donald Trump en el poder, los negros han sido marginados nuevamente, y el odio racial ha vuelto a florecer en un país donde ya este fenómeno es endémico, un país donde un niño de 5 años en el jardín de infantes tiene cinco veces más probabilidades de ser suspendido o expulsado en función del color de su piel; un país, donde hay una crisis de mortalidad materna tres veces mayor para las mujeres de color; y una riqueza 100 veces más grande en manos de los blancos que de los negros.




