
El virus avanza por el planeta dejando solo desolación, desocupación y muerte. Todos los medios colaboran con el virus imponiendo miedo y desinformación. Se entretienen a diario comunicando muertos, y miserias humanas. En el medio las conferencias de los líderes.
Los medios de comunicación son de grandes empresarios y aquellos que no lo son, tienen grandes intereses con estos. Por esa razón cuando Alberto Fernández llamó miserable a Paolo Rocca, el ejército desinformativo cubrió a Techint. Con sus escudos protegió a esta empresa italo-luxemburguesa, para que la política entienda quien manda. También los Duhalde y algunos amarillos salieron al aire para decir “con ellos nos recuperamos”. O el bueno de Duhalde confirmando lo que siempre fue, un cadete del imperio, explicando que Franco Macri fue “un tano laburador”, o Roca “un gran empresario que da trabajo”. Nunca dice Duhalde que ambos fueron exitosos en la fuga de capitales entre otras miserias. Tampoco se acordó del 2001 cuando posibilitó que Clarín pesificara 4100 millones de dólares de deuda.
Ahora bien, estos muchachos no entienden que la pandemia es democrática, o sea afecta a todos. Ricos, pobres, negros y blancos. Y es en estos momentos donde se precisa del don de gente que proclama Duhalde de estos empresarios. No haría falta un impuesto a la riqueza si por su propia cuenta donarían parte de aquello que han fugado, que han blanqueado, que han obtenido de la cartelización y demás vicios de sus carreras empresariales. Pero su egoísmo puede más. Prefieren bancar viejos políticos para que salgan a defenderlos que intentar ganarse el cielo.
Estos muchachos están creídos que luego de su muerte pasarán al infierno con sus riquezas. Alguien debería decirle que cuando uno muere deja sus riquezas en la tierra. Nadie pide que sean bondadosos pero sí que sean prácticos. Hoy, pandemia mediante, el dinero solo sirve para alimentarnos. No podemos viajar, ni cambiar el auto ni comprar un televisor. Solo podemos comer mientras esperamos que el virus se vaya, o sea en un par de años por lo menos o salga una vacuna que demorará no menos de un año. Los grandes empresarios tienen espaldas para pagar sueldos por uno o dos años y no les cambiará la vida. Pero la miseria se impone. Prefieren despedir trabajadores que en su desesperación pueden ser más peligrosos para Rocca. Porque aquellos que despidan seguramente no cumplirán con la cuarentena porque necesitan obtener recursos y se convertirán, probablemente, en agentes de contagio. Pero eso a Rocca no le importa, tiene plata y eso lo hace inmortal. Eso creía el presidente del banco Santander de Portugal que ya cayó producto del virus, y el inglés Johnson que por ahora zafó.
Solamente los egipcios iban a sus tumbas con sus joyas. También tenían esclavos que construían sus pirámides y les cortaban la lengua para que no informaran nada. También lo pensó Ramsés II que algún día murió, se enterró con las joyas y nada, nunca disfrutó de su fortuna cuando dejó de respirar. Claro, hay que tener en cuenta que Ramsés como todo faraón tenían al gato como dios. Nada se puede esperar de un humano que le reza a un gato. Rocca tiene algún parecido a Ramsés. Busca enterrarse con sus riquezas y en otro tiempo adoraba a un gato. Claro que este gato le pedía departamento y auto nuevo que el miserable lo pagaba con gusto. Muchachos, recuerden el virus no distingue billetera, mata a ricos y a pobres ¿o no se dieron cuenta? Y no discutan con Alberto Fernández que está salvando miles de vidas incluso la de Duhalde y la de Rocca. Porque así es el peronismo un movimiento que piensa en lo colectivo y jamás en lo individual.




