
La pandemia del coronavirus está marcando un final. Crisis económicas en el mundo hubo muchas, algunas terminales como es el caso de la de 1929 en los Estados Unidos pero difícil es encontrar una parecida a la que está sucediendo hoy en el planeta.
Si nos remontamos a lo lejos y en el tiempo encontramos algo similar en los siglos 4 y 6 cuando apareció el feudalismo o quizás en el siglo XVI cuando se conoció el capitalismo. Hoy en la segunda década del siglo XXI estamos viendo en vivo, en directo, y en cadena, como desaparece o se reconvierte el capitalismo salvaje.
Según Karl Marx o Adam Smith el capitalismo necesita expansión, nuevos mercados. Para tratar de entenderlos podemos acotar que es probable una reconversión u otorgarle el certificado de defunción.
Nadie cree en las brujas, pero que las hay, las hay. El sistema apuesta a un virus natural. Fuentes calificadas, investigadores, periodistas de renombre internacional comienzan a hablar de una planificación del virus, de una guerra biológica, del bioterrorismo, de la tercera guerra mundial pero los que saben en serio no hablan de Batman ni de ningún murciélago.
La pregunta es ¿para que serviría una planificación bacteriológica? La respuesta no es muy difícil. Cuando culmine, vía vacuna o acuartelamiento, una porción del mundo civilizado habrá declarado el default, muchas empresas habrán comprado a precio vil a otras y el capitalismo, en otro modo, seguirá su vida. Hoy hay 114 bancos en Italia a punto de quebrar.
La oligarquía financiera es la más interesada en que se produzca esto. La cifra es complicada de pronunciar pero según Daniel Estulin sería 4.000.000.000.000 o sea 4 mil billones de dólares que deben desgravar los amos del mundo. Intentaron con una guerra nuclear y fallaron, con diferentes guerra civiles y tampoco acertaron. Desde el 11 de setiembre de 2011 vienen intentando y esta vez le encontraron la vuelta. Después del auto golpe que 5 mil víctimas pagaron la acción política yanqui de las torres gemelas que permitió la invasión a Asia hasta el 2020 y después de varios virus la oligarquía financiera encontró la solución con el coronavirus.
En 1944 cuando en el hotel Bretton Woods se fijó la política monetaria a seguir, que el mundo no entiende que todo tiene una final. En modo virus, los nuevos paradigmas establecerán otras conductas y es probable que otros modelos económicos se impongan. La regionalización del planeta con ciudades estados se pueden consolidar. Todo puede pasar. El futuro es una gran incógnita pero, aquello seguro en lo que nadie puede dudar que nada será igual que antes. El virus marcó un mojón en la historia. Todo fue antes de la pandemia y será a partir de la pandemia. En síntesis, todo tiene un final, todo termina, inútil entender no es eterna la vida.




