
La incógnita que un cuarenta por ciento de la población tiene hoy, no es si hay vacuna para el coronavirus o si mañana abren los bancos. Ese 40 por ciento que ya viene bajando se pregunta ¿dónde está la yegua?, ¿porque no aparece?, ¿porque se esconde?
Y demás interrogantes que solo sirven para identificar su equipo preferido, Deportivo Odio. Cristina Fernández es la vicepresidenta y cumple con ese rol. También conduce una parte del peronismo y trabaja en esa tarea, y su función hoy es ayudar en la conducción total de un país que pasa por una pandemia jamás pensada.
Todos los días la fórmula ganadora se encuentran vía teléfono. Todos los días hablan, todos los días conducen. Pero el gorila disfrazado de peronista, o el gorila común y silvestre pierde el tiempo preguntándose ¿dónde está, porque no habla, dónde fue? La extraña. En realidad, todos la extrañamos, algunos para bien, otros para mal.
La señora, la doctora, la chorra, la yegua, la Cristina apoya cada movimiento que realiza el presidente. Para aquellos nulos en políticas y ávidos opinadores de la nada por la nada misma, deben saber que Alberto maneja la botonera nacional como el mejor. Sabe, por su experiencia al lado de Néstor, que botón hay que apretar. A quien hay que llamar y cuando. Ningún detalle se le pasa por alto, por algo no pasa los papelones de Trump, Bolsonaro o Johnson. Su compañera de fórmula tiene una acabada idea de lo que es la geopolítica. La entiende, la comprende y la explica como la mejor. No por nada tenemos aceitados los contactos con China, Cuba y Rusia hoy tan necesarios en esta pandemia mundial.
Se entiende, uno manda el centro, el otro cabecea rumbo a las mallas. Usted sabe quién es el número dos de Trump, de Bolsonaro, de Piñera, de Sánchez, seguro que no, pero el mundo sabe que la número dos de Fernández es Cristina. ¿Se entiende, o se lo explico mejor? No entendió. Bien, escuche y anote. Mientras Alberto se reúne con los sindicatos, empresarios, mientras atiende a la prensa, incluso a los lobistas del periodismo y sale airoso, Cristina hace cuentas, llama larga distancia y realiza acuerdos. ¿No entendió?, ¿no me cree?, entonces me explica porque China acudió rápidamente al llamado argentino y se demoró en el resto del mundo. Porque los cubanos especialistas en medicina vinieron rápidamente para ayudar sin espiar, mal que le pese a Laura Alonso. Me explica porque Putin está atento de lo que hace Alberto Fernández. Este es el mejor equipo de los últimos cincuenta años y no el mamarracho amarillo. Con crisis económica heredada, con deuda y con pandemia este equipo supera ampliamente al cachivache macrista cacerolo. Ese que imitando a los colaboracionistas nazis protestan por el aborto libre o la economía. La parca va por ellos y ellos discutiendo el sexo de los ángeles.
La chorra está, la yegua está, la doctora está, la señora está. Y saben dónde está: en su casa cumpliendo la cuarentena como cualquier hijo de vecino, al lado del Capitán Beto conduciendo los destinos del país y en el alma de millones de argentinos agradecidos. Por eso, aunque no la veamos, Cristina está.




