
Encendidos aplausos, de esos que, por fuertes y prolongados casi queman las manos y que rompieron el silencio de las ciudades, dedicó ayer a las 21 horas, el pueblo argentino desde balcones, terrazas y puertas de sus hogares en cuarentena, a los “soldados de batas blancas”, hombres y mujeres del personal de la salud que están en la primera línea de fuego, arriesgando su propia salud por preservar la de millones de argentinos en esta guerra declarada mundialmente contra el Coronavirus.
Argentina aplaudió, y ese gesto humano de gratitud y solidaridad, quiso también traspasar las fronteras nacionales, para llevar reconocimiento igualmente a médicos, enfermeras y auxiliares, que en condiciones verdaderamente dramáticas de sus países, están enfrentando la pandemia y nos han compartido por la red, su desesperación por el horror de la muerte que sigue arrebatando vidas en esas latitudes, mientras la comunidad científica intenta quemar etapas en busca de una vacuna.
Otra es la realidad argentina, donde por suerte la llegada más tarde del virus ha permitido al Gobierno articular medidas graduales para ir cerrando el paso a la epidemia, contando con el esfuerzo conjunto de todas las fuerzas políticas, que nos han regalado imágenes reveladoras de que se pueden dejar a un lado las diferencias ideológicas, cuando lo que está en juego es la vida de 44 millones de personas.
Por esa señal que inspira confianza al pueblo argentino, el aplauso fue extensivo también al “comandante en Jefe” de esta batalla, portador del encanto de unir grietas que parecían imposibles de cerrar; aplausos también para un médico hoy, ministro de Salud, que solo por su edad podría estar guardado en su casa, y es un alto ejemplo de constancia dirigiendo las operaciones en esa primera línea de combate, seguido por sus pares de la Capital y las provincias que lo secundan en la labor incansablemente.
Aplausos especialmente también para los médicos infectólogos, que han permanecido frente a las pantallas trasmitiéndonos toda su experiencia sobre prevención de enfermedades, alertando sobre la peligrosidad de este nuevo virus y enseñándonos sobre todo, a manejar la mejor arma que tenemos a mano: las medidas de higiene para evitar el contagio.
Argentina aplaudió anoche, y no será la última vez que lo haga en esta inédita batalla que está librando, porque del mismo modo que el personal de la salud arriesga hoy sus vidas por las del pueblo, lo hacen policías, gendarmes, bomberos, y todo el personal declarado imprescindible para hacer cumplir la misión del aislamiento obligatorio, o cuarentena total que acaba de decretar el Gobierno. Para todos ellos también, el aplausómetro está listo.




