¡Si Fidel viviera!

Por Margarita Pécora –
Hoy se cumplen tres años de la partida física Fidel. Como el primer día, lo extrañamos hasta dolernos el alma. Hoy más que nunca, su ausencia nos deja en una soledad sobrecogedora, presenciando los horrores que están padeciendo los pueblos de nuestra América india, hispana y africana, que se desangra por un río de odio y represión de las oligarquías, contra pueblos que ya habían conocido lo que era vivir con independencia y soberanía y hoy salen a protestar para librarse del yugo neoliberal que ha querido imponerles una derecha entreguista, con jaurías mediáticas y sectores embrutecidos por las apetencias del capitalismo.
Si Fidel viviera, creo que no habría permitido que surtiera efecto la celada traidora que le tendió a su amigo y discípulo, Evo Morales el imperio del Norte, moviendo marionetas teñidas de rubio, avergonzadas del origen indígena, arremetiendo contra el primer presidente cocalero que tuvo Bolivia, y que supo convertirse en un fenómeno de la política, redistribuyendo entre los pobres las riquezas que estuvieron concentradas en manos privadas y consiguiendo a la par un crecimiento económico pocas veces visto en la región.
Si Fidel viviera, no habría dudado un instante en levantar tribuna para defender al noble pueblo chileno y a su juventud en particular, y condenar con su verbo incisivo de orador inigualable, al único y verdadero culpable encubierto de los golpes blandos y duros contra Latinoamérica, que usa títere de corbata en La Moneda, para lanzar a carabineros con armas de guerra contra los manifestantes, dejando muertos y ciegos en cada corrida.
Si Fidel estuviera vivo, habría volado a dar el primer abrazo a Lula libre de una cárcel injusta, producto del lawfere, que se propaga como epidemia entre la clase judicial y mediática al servicio de la persecución contra los líderes de izquierda. Comoquiera que llamen a esa arma sutil del imperialismo , Fidel habría estado ahí, alertando de que las manos siniestras del imperialismo preparaban el golpe contra el líder de los trabajadores que “molestaba”, como Evo, los intereses de la burguesía capitalista que ha visto perdido su patio trasero en Suramérica, con el avance de los gobiernos nacionales y populares, algo sabiamente vaticinado por Noam Chomsky cuando dijo que “la batalla central sigue siendo, ayer como hoy, por el control de los recursos que Estados Unidos considera suyos por derecho, aunque estén en el Medio Oriente o en esa América Latina que el Imperio quiso convertir en su patio trasero”.
La alerta de Fidel habría bastado para amplificar la denuncia contra la ofensiva mediática que también arrojaron sobre la mandataria brasileña Dilma Rousseff, que pocos meses después ganar las elecciones, se enfrentó a un pedido de impeachment por parte de una derecha que no supo aceptar la derrota en las urnas, ni qué decir contra la maniobra orquestada contra Correa en Ecuador plagada de traiciones y persecución judicial.
El poder visionario de Fidel llegó a demostrar que eran reales los intentos por desestabilizar el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Hoy estaría el Comandante pidiendo que sigan resistiendo, como lo hizo él por más de medio siglo enfrentando las agresiones de distintos gobiernos norteamericanos que han intentado con toda suerte de leyes y bloqueos, hacer sucumbir de hambre al pueblo cubano.
Si Fidel viviera, estaría estrechando la diestra a Alberto Fernández, para infundirle aliento en la misión de poner de pie a la Argentina, y estaría también apretando las dos manos a Cristina en señal de aprobación, porque finalmente triunfó la fina audacia del animal político que anida en ella, y supo ganarle la pelea al adversario que no cesa de acosarla con los perros hambrientos que forman la jauría mediática y judicial en Comodoro Py.
Fidel se nos fue físicamente, pero el enemigo irreconciliable del pueblo cubano no logró vencerlo, ni con armas camufladas dentro de máquinas fotográficas, ni con dulces envenenados ni con tabacos explosivos, por solo citar algunas de las 638 formas que empleó el enemigo hasta conseguir récord de intentos de magnicidio, registrado en el libro Guinness.
Este 25 de noviembre, se cumplen tres años de la partida física de Fidel, y nuestro recuerdo agradecido por tanto ejemplo de grandeza, vuela hasta Santiago de Cuba, a la modesta piedra con forma de grano de maíz, erigida en honor al soldado de ideas, que nos llenó de gloria, de ejemplos y advertencias.
Hoy, ante una América que se rebela y sangra, las sabias advertencias de Fidel cobran más vigencia que nunca sobre el peligroso avance del “gigante de las siete leguas” –como denominó Martí al imperialismo- que hoy se nos presenta cual fiera herida, dando coletazos de muerte contra nuestros pueblos de América.



