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Opinión

TRUMP Y BORGES

Por Gabriel Princip.

La doctrina Monroe fue iniciada por el presidente norteamericano Quincy Adams, en los inicios de la segunda década del siglo 19. Adams fue el sexto presidente yanqui. Monroe lo sucede y pasa a la historia por haberla concluido y colocarla al servicio de los Estados Unidos por los siglos de los siglos. La doctrina explica que ningún país de otro continente puede posee ni meterse en el continente americano. La idea era sacar a España, y se logró. Además de limitar a Gran Bretaña. La frase concluyente fue “América para los americanos”. El presidente Wilson en los inicios de la primer década del siglo 20 la perfeccionó y fue más duro y sincero, “América para los norteamericanos”.

De esta doctrina quedan dos ideas fuerza para todos los pueblos, a que los americanos son solo los del norte y b) que jamás tendrían una independencia absoluta.

Trump hoy gobierna con la doctrina en la mano, por eso Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y quizás Argentina.

Los líderes siempre se han rebelado a esta doctrina el resto no. Si nos acordamos de De La Rúa, Menem, cualquier militar de cualquier dictadura y posiblemente Macri también podemos acordarnos de un cuento de Borges que se publicó en la “Historia de la Infamia” del polémico autor.

“El sistema de Lazarus Morell era el siguiente: recorrían las vastas plantaciones del sur. Elegían un negro desdichado y le proponían la libertad. Le decían que huyera de su patrón, para ser vendido por ellos una segunda vez, en alguna finca distante. Le darían entonces un porcentaje del precio de su venta y lo ayudarían a otra evasión. Lo conducirían después a un estado libre. Dinero y libertad, dólares resonantes de plata con libertad, ¿qué mejor tentación iban a ofrecerle? El esclavo se atrevía a su primera fuga.

El natural camino era el río. Una canoa, la cal de un vapor, un lanchón, una gran balsa como el cielo con una casilla en la punta o elevadas carpas de lona, el lugar no importaba, sino el saberse en movimiento, y seguro sobre el infatigable río…Lo vendían en otra plantación. Huía otra vez a los cañaverales o a las barrancas. Entonces los terribles bienhechores (de quienes ya empezaba a desconfiar) aducían gastos oscuros y declaraban que tenían que venderlo una vez más. A su regreso le darían el porcentaje de las dos ventas y su libertad. El hombre se dejaba vender, trabajaba un tiempo y desafiaba en la última fuga el riesgo de los perros de presa y de los azotes. Regresaba con sangre, con sudor, con desesperación y con sueño”.

Borges nos cuenta como la libertad que podía conocer el esclavo era solo de la muerte, jamás era libre a pesar de las historia de sus dueños. El dilema sudamericano es aceptar un líder que hará crecer el país y será denostado y perseguido o el cadete de turno que jamás nos hará libres porque cuando sea el tiempo de cumplir con sus promesas desaparecerá y vendrá otro y el círculo se repetirá.

Con la doctrina Monroe en la mano de Donald Trump serán perversos los tiempos por venir, la solución no está en el eje Londres- Washington- Tel Aviv. Es turno de comenzar a negociar con China o Rusia, otro imperio pero a estrenar. ¿No le parece?

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