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Atilio Borón: Las cinco lecciones que deja la tragedia boliviana.

Por Gabriel Russo.

Desde una perspectiva geopolítica y fundamentado en su vasto conocimiento, el destacado politólogo argentino Atilio Borón reflexiona para Comunas, sobre lo que denomina la tragedia boliviana, y llama a aprender de las cinco lecciones y errores que considera se han cometido en el proceso, y que determinaron la caída de Evo Morales. No obstante Borón deslizó su esperanza de tener de vuelta a Evo en menos de dos años.

“Geopolíticamente es un retroceso importante”-respondió categórico Borón al preguntarle su evaluación de los hechos-. “Bolivia es un país en el corazón de Sudamérica, era una presa codiciada por el imperialismo y sus secuaces y, lamentablemente ahora la consiguieron en un contexto que nos debilita mucho porque Bolivia había sido un actor muy protagónico en las luchas antiimperialistas, y la valentía de Evo al ir a denunciar planes, maniobras, etc. y ahora ya no lo tenemos -se lamentó el catedrático-.

“No hay que dejarse ganar por la depresión -suavizó-, pero a la vez apuntó críticamente: “Ha habido errores cometidos, muy serios, por ejemplo -enumeró-, la subestimación del enemigo, la no utilización de todas las armas que tenemos a nuestra disposición, no enfrentar al terrorismo mediático, y una serie de cuestiones que hicieron que realmente no tuviéramos condiciones de enfrentar a un enemigo que teníamos que haber enfrentado con todas las armas. También un exceso de confianza, -agregó- y una subestimación de la determinación del imperialismo para derrotar a este proceso”.

¿Puede ser contagioso?

No creo, más bien, el proceso se está dando por otro lado, por una caída del modelo neoliberal, pero en Chile esto no va a disuadir a las masas chilenas que han ganado la calle. La verdad más cuando uno mira ese ejemplo de lo que ha pasado ahí, yo me imagino que los uruguayos -por ejemplo-, estarán escandalizados ante la perspectiva de tener un gobierno de esa naturaleza, en un país laico como Uruguay, abierto, encontrar a militares jurando por Dios, diciendo que Cristo entra en la Casa de gobierno, etc. Todo eso me parece debe desalentar el voto a favor de esos sectores. Pero nunca se sabe. Es importante estar en guardia -alertó-.

“No hay que perder las esperanzas -señaló Borón- y explicó: “En Bolivia ningún gobierno normalmente dura más de dos años, siempre viene una eclosión, un estallido social que se lo lleva puesto. Y espero que antes de esos dos años vaya a ocurrir algo igual y tengamos a Evo de vuelta” -afirmó-.

Las cinco lecciones

De manera más detallada, el politólogo argentino describe en su blog personal, las cinco lecciones que enseñan la tragedia boliviana recomendando que “nuestros pueblos y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre.”

Como preludio a un tratamiento más detallado en el futuro, Atilio expone, primero, “que por más que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses.

“Segundo: hay que estudiar los manuales publicados por diversas agencias de EEUU y sus voceros disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de destrozar la reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se llama asesinato del personaje (“character assasination”) calificándolo de ladrón, corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a comunicadores sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que a favor de su control cuasi monopólico de los medios taladran el cerebro de la población con tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por mensajes de odio dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en general.

“Tercero: cumplido lo anterior llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas reclamando “un cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera hace pocos días el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere eternizarse en el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid al ver las imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y destruyendo las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don Mario y liberar a Bolivia de un maligno demagogo.

Menciono su caso porque ha sido y es el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin límites que crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala el reinado del terror a cargo de bandas de sicarios contratados para escarmentar a un pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre.

“Cuarto: entran en escena las “fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de instituciones controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del gobierno de Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios conjuntos y las educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por invitación de Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales superiores de las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de penetración de las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la época de la Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho que un indígena fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas de seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la descontrolada actuación de las hordas fascistas -como las que actuaron en Ucrania, en Libia, en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este último caso, a líderes molestos para el imperio- y de ese modo intimidar a la población, a la militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una nueva figura sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las bandas reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley. Una vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era inevitable.

“Quinto: la seguridad y el orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a instituciones como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de la derecha autóctona. Cuándo se lanzó la ofensiva en contra de Evo se optó por una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones de los fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta: primero, exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida, elecciones pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo; finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar.

De manual, todo de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones? -concluye en su análisis Atilio Borón-, sociólogo, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard. Actualmente es Director del Centro de Complementación Curricular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Es asimismo Profesor Consulto de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires e Investigador del IEALC, el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe.

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