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Opinión

LAS OLAS Y EL VIENTO

Por Gabriel Princip.

El Titanic se está hundiendo. Esta es la metáfora utilizada en mayor medida por la oposición al gobierno amarillo. Diferentes combinaciones con el Titanic, sirven de soporte para contestar todas las figuras acuáticas y sin sentido que vertió el futuro ex presidente.

Comenzó con la lluvia de inversiones, lluvia que nunca llegó. En realidad la única lluvia que llegó fue el 11 de agosto, pero no vinieron inversiones, llegaron votos que inundaron el país en contra de la ola amarilla.

También Vidal utilizó la ola de votos en el 2015, o la ola amarilla para justificar su triunfo y el de sus intendentes. Pasó el tiempo y llegó una primera tormenta, alias devaluación y luego una y otra y otra hasta sumar siete tormentas. Así lo reconoció el prescindente. Tormentas que no trajeron agua pero si pobreza.

También se lo escuchó a Duran Barba hablando de un barco, el buen puerto, o el remo. También Bullrich, el de los emprendimientos, habló de que hay que remar, hay que nadar, que no llegamos a la orilla y una sarta de estupideces para no decir somos entreguitas y un fracaso todo terreno.

Con tanta agua en escena el peronismo comenzó a hablar del Titanic. Macri ni lerdo ni perezoso gritó el famoso “no se inunda más, no se inunda más”. Y si, el país se inundó, se hundió con el Titanic y el prescindente a la cabeza del peor gobierno de la historia.

El 27 de octubre se realizan los comicios que determinarán a la fórmula de los Fernández como nuevos inquilinos de Balcarce 50. Será el empujoncito final para el hundimiento del arca de Mauricio.

Para evitar más ahogados es muy probable que el poder se adelante y no se espere hasta el 10 de diciembre. Porque entre tanta agua que desparramó el macrismo, lo único seco es la calle. Seco de billetes y consumo, por eso es imprescindible que el peronismo retorne al poder lo más rápido posible.

Alberto Fernández sigue de viaje y todos lo reciben como el futuro presidente. Pero tanto él como su co-equiper Cristina no hacen olas con componentes de gabinete ni futuro inmediato. No se hacen olas porque el tema acuático es una exclusividad amarilla. El primer presidente que utilizó al clima para hacer política cayó derrotado. Lo partió un rayo, tras recibir la descarga de una tormenta, mientras esperaba la lluvia de inversiones al grito de no se inunda más y al lado de Esteban Bullrich que nadada y no veía la orilla. Todo terminó, hicieron agua por los cuatro costados y su proyecto, finalmente, se hundió sin pena ni gloria.

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