
El militante peronista exigió durante toda la gestión macrista que su partido concurra unido a las elecciones del próximo octubre. Esta vez, el 90 por ciento de la dirigencia acató la súplica militante. Esta vez, Cristina dijo no quiero ser el centro del universo, esta vez Alberto Fernández dejó de discutir y esta vez el hijo pródigo, Sergio Massa, retornó al partido que lo hizo una figura importante en el sistema político. Con este razonamiento uno diría, listo el pollo pelada la gallina y a triunfar. Pero no es así. Redepente surgió un Pichetto, de buenas a primeras comenzaron a aparecer puritas de toda pureza que prefieren a Lavagna y estos se sumaron a los misóginos eternos.
“Yo soy peronista, mi padre me lo inculcó, pero yo no lo voté a Scioli y menos a Cristina”, dijo un oyente perdido en el espacio. Otro militante de toda la vida expresó, “me equivoqué con Macri, hoy voy por la tercera opción”. La doña Rosa que grita Viva Perón carajo también opta por no votar a los Fernández. En síntesis, todos ellos de una pureza extrema, tan radical como idiota y mentirosa expresan a un porcentaje mínimo del peronismo. Lamento los calificativos, pero como se le denomina a aquel hincha de Boca que festeja los goles de River, al opositor a muerte a la derecha que termina siendo funcional a ésta, como se le dice al misógino que se juega la vida de sus hijos, de sus nietos, de sus amigos y la suya propia. Como se le explica a ese peronista que jamás pisó la plaza, que habla como si supiera que la prioridad es Macri y su banda fuera del gobierno. Entenderá ese purista que Lavagna no tiene signos vitales peronistas, que trabajó para los militares, que fue funcionario de Alfonsín y cuando integró el gobierno de Néstor renunció porque el presidente prescindía del FMI. Lavagna es eso y mucho más. Detrás de él está Barrionuevo, otro socio de la derecha con los militares, con Menem, siempre en contra de los K y hoy con Macri. Ese sindicalista que permite que todos los días haya mozos desocupados porque cierra un bar por día, ese, es el sostén de la tercera vía. También está Eduardo Duhalde, el mismo que devaluó en forma asimétrica para favorecer al grupo Clarín. Es el puntero de las corporaciones. El mismo que desde la democracia cristiana entró en el peronismo de la mano de López Rega. Todo esto es Lavagna, señor puro peronista.
Y del otro lado tenemos a los Fernández. Alberto, un puntero vip y nada más. Cuando sea presidente es probable que crezca, por ahora no acerca votos ni corrupción. Y Cristina, quién es?. Es la yegua que puso a los jubilados en 432 dólares igual que Menem los tenía en 150 y Macri en 232. Es la soberbia que amplió derechos y la loca que cumplió con las tres banderas peronistas. Seguramente algún purista dirá que no permitió el 82 por ciento móvil, y ese misógino deberá saber que eso fue una acción política y que el único que pudo instalar ese 82 fue Frondizi y quien lo bajó fue Illia. Luego, nunca más se llegó a ese porcentaje. Pero señor agua bendita, Cristina llegó al 81 por ciento. Y la señora jamás coqueteó con los militares, no fue funcionaria de Alfonsín ni de Menem ni de la alianza. Digo esto porque el agua bendita donde se baña no viene tan pura como antes. Digo, porque le encanta un señor de 78 años de derecha y un sindicalista tan honesto como escaso en sus capacidades peronistas.
Afloje maestro. La consigna es echar a Macri. Los Fernández no serán el peronismo de Perón pero son una esperanza. Macri es lo mismo que hoy, ayer y mañana, o sea tristeza y pobreza. Afloje capo, a mí tampoco me gusta Massa, ni el Alberto pero debemos tener grandeza y patear las miserias al córner. Usted que se dice peronista debe votar al candidato que derrote al enemigo y no bañarse en agua bendita para ser políticamente correcto y ser funcional al antiperonismo. Jefe, si es hincha de Boca grite los goles de Tévez, no vaya a España a festejar el tercero del Pity, digo esto porque manifestarse peronista y votar a Macri es lo mismo que ponerse contento por el triunfo del enemigo.




