CITA CON TONTOS

“¡Buenos días!” exclamó Carmen, que debía ser amiga del dueño de casa, “si es que pueden llamar buenos” agregó al instante. Remató ese monólogo diciendo “hoy me llegó la boleta de gas, una locura. Entiendo que tenía que aumentar, pero se les está yendo la mano con nosotros”.
El otro día fui a una cena después de haberme negado a varias invitaciones previas, las causas eran diversas, algunas increíbles pero todas mentirosas. Después de tanta excusa no me quedó otra que ir.
La charla giró en torno a lo absurdo del programa tipo “magazine” que había en la TV en ese momento, del intrascendente encuentro que había tenido Carmen con una ex compañera de secundaria, y de lo bien que le quedaba la ropa que llevaba puesta Lucía.
¿Estás más flaca?, de hecho le preguntó Carmen.
En ese momento lamenté no estar en mi casa haciendo algo más interesante, lo que a esa altura podía ser ver un partido de fútbol norcoreano, o mirar el techo.
Terminó el programa tipo “magazine” y comenzó una emisión que se llamaba “A puro Boca, la voz del tablón”. Carmen dijo “mirá lo que son estos negros”, el dueño de casa asintió con la cabeza y la secundó “¿estos tipos no tienen nada mejor que gritar en un estudio?, es todo un negocio”.
Yo escuchaba.
Carmen aseveró como quién habla de una cosa para decir otra “es que todo es un negocio, seguro que después se juntan con los de River a reírse de los boludos que miran esos programas. Se aprovechan de la sociedad que está agrietada”.
Yo saqué la mirada de mi plato para verla bien, es sabido que todas las personas que quieren hablar de un tema específico mencionan la sociedad como algo introductorio para escudarse.
“Con la política pasa lo mismo”, siguió doña Carmen.
“¡Por ahí cantaba Garay!”, pensé.
“Los que le recriminan cosas a Macri no hicieron nada en 70 años”, disparó con su lengua bífida.
Y en ese momento, lo confieso, no pude más. Suficiente fue escucharla de entrada decir “se les está yendo de la mano el aumento con nosotros”, pero no me interesó decirle que ese “nosotros” que tenía en la cabeza no corresponde a ser uno de los suyos para el actual oficialismo; tampoco le contesté que estaba mucho más cerca de “los negros de Boca” como les dijo, que de la alta alcurnia que no mostraba para nada el perejil del tuco que le había quedado en el diente como un testigo de que habíamos cenado pastas. Ahora repetía la inconsistencia numérica de los 70 años, algo que impresiona incluso a un docente voluntario.
Sin embargo, bueno no soy y preferí ser irónico. Pensé en pasar como uno de los que ella llamó “nosotros”.
“Si Carmen, los peronchos no hicieron nada en 70 años. Ahora, mirá que yo lo voté a Mauricio pero era necesario poner a un peronista de vice?”, le dije.
Ella riendo aseguró “tal cual, Macri gato como dicen los Kirchneristas”.
“Cualquiera de nosotros, vote a quien vote, votará a un peronista”, arremetí.
“Entiendo que fue una jugada maestra, al menos eso leí en el diario”, se le cayó de la boca.
“Pero no se si jugada maestra, yo no entiendo mucho vio (me anticipé) pero dicen que no le hizo caso a Durán Barba que quería una mujer de las entrañas del PRO, yo creo que loco no está el presi. Sabe que con los aumentos de gas, por ejemplo, las encuestas no le dan”, le dije intentando sacar por omisión la aceptación de que tuvo una pésima gestión.
“Seguro, pero a los otros nos los voto. Ahora se juntaron todos”, dijo la blonda Carmen.
“Inclusive con un grupo de radicales”, la tantié.
“No me hagas reir, che. Igual estuvo mal Macri en no poner a un radical. Si mi viejo viera esto lo mata”, sugirió.
A todo esto habíamos liquidando el postre y estamos tomando un té cuando le escupí la pregunta clave “yo no sé si los volvería a votar, ¿vos?”.
No tardó un segundo en pensar su respuesta. Un rotundo sí. “No nos queda otra, es eso o el populismo”.
Me quedé en silencio los pocos minutos que faltaron hasta que gracias a Dios terminó ese encuentro.
La mujer estaba decepcionada de Macri, sabía que tuvo un mal desempeño, que su “nosotros” no era como ella pensaba que era. Que obvió a los radicales de los cuales sentía tener una pertenencia familiar, en desmedro de los grasitas populachos. Que iba a votar un peronista después de afirmar, y seguir afirmando para mi sorpresa que fueron los peor de los últimos 70 años.
Entendí que la grieta no es ideológica es conceptual: era una ignorante. Al país no les sobra gorilas, les sobra ignorantes.
Sin embargo su última frase me ilusionó: “No nos queda otra, es eso o el populismo”. Por primera vez estuve de acuerdo con Carmen en toda la noche, “no nos queda otra…”.




