Opinión

UN CONTROL DE PRECIOS TRÁGICO

Por Simón Radowistky

Esta especie de control de precios que genera el gobierno de ocupación del prescindente Macri ya tuvo anteriores experiencias similares con suerte diversa, pero uno llevó la tragedia al pueblo, sobre todo al peronista.

Los primeros años de la década del 50 no fueron felices para Juan Perón. El 26 de julio de 1952 muere Evita, el 9 de abril de 1953 su cuñado Juan Duarte se suicida en su departamento de Callao 1944. Por su parte, el plan Quinquenal tuvo algunas fallas que otorgaron un 19 por ciento de inflación durante todo 1953. Años vista nos parece una inflación de juguete si tenemos en cuenta el accionar del actual gobierno.

Para tomar impulso y mantener el poder, la CGT organizó un acto en la Plaza de Mayo donde el único orador resultó ser el general Perón.
Durante el acto realizado frente a una Plaza de Mayo completa de pasión y lealtad Perón habló del desagio y la especulación. Mientras el líder se dirigía a la gente, radicales y socialistas estaban reunidos en las cercanías para llevar a cabo un acto terrorista. El mismo estaba planificado desde hacía tiempo y su objetivo era minar el gobierno popular. El mensaje, los discursos y la verba gorila no daban resultado frente a un gobierno nacional que atendía los reclamos populares. Por ese tiempo la economía no era tan efectiva como antes pero los derechos adquiridos por el pueblo no se olvidaban y mantenían en alto el poder del general.

Los radicales se habían concentrado un día antes, el 14 de abril, en un comercio de la calle Jujuy 47. Armaron tres bombas bajo la responsabilidad de Roque Carranza y Arturo Mathov. La bomba más chica tenía 30 cartuchos de gelinita y era para instalar en la cocina del Hotel Mayo, enfrente de la Plaza y muy cerca de la masa peronista. La segunda constaba de 50 cartuchos de gelinita y se colocó en el piso ocho del Nuevo Banco Italiano, pero no estalló. La última y la más potente se colocó en la estación de subte A Plaza de Mayo y constaba de 100 cartuchos de gelinita. Un día antes, estos hombres funcionales a la oligarquía sabían que iban a hacer daño, que matarían gente, que quizás no eran peronistas y que iban a sembrar el terror para terminar con un gobierno popular, con un gobierno votado por las mayorías. Nada les importó.

El acto se llevó a cabo la tarde otoñal del 15 de abril . Perón en un momento dijo “ he repetido hasta el cansancio que en esta etapa de la economía argentina es indispensable que establezcamos un control de precios importante. No solo por el gobierno y los inspectores si no por cada uno de los que compran, que es el mejor inspector que defiende su bolsillo, y para los comerciantes que quieren los precios libres, he explicado hasta el cansancio que la libertad de precios por el momento no puede establecerse. Bastaría un rápido análisis… y ahí estalló la primer bomba debajo de una heladera en el hotel.

Con este incidente que sorprendió a Perón, este y sus funcionarios trataban de calmar a los concurrentes al acto pero el mensaje siguió. Perón dio. “ estos , los mismo que hacen circular los rumores todos los días, parece que se han sentido más rumorosos queriéndonos colocar una bomba”. En ese instante se escuchó otro estallido. Pero ese incidente se llevó siete muertos, noventa y tres heridos de los cuales diecinueve quedaron lisiados para siempre.

El terror se sembró y los terroristas huyeron en avión al Uruguay. Finalmente fueron detenidos todos luego liberados en época de la revolución fusiladora. Roque Carranza, secretario de la Conade en el gobierno de Illia y ministro en la gestión Alfonsín fue el jefe. Su segundo, el ingeniero y hombre de confianza resultó ser Arturo Mathov, luego diputado nacional y padre de quien fuera secretario de seguridad de Fernando de la Rúa, Zavala Ortiz, canciller de Illia, Alberto y Ernesto Lanuse, el doctor Elizalde, un Alzaga, el demócrata progresista Carlos Dagliotti, Rafael Douek y Miguel Angel de la Serna.
Ellos se encargaron de matar a Santa Festigiata de Damico de 84 años, Mario Perez, Salvador Manes, Osvaldo Mouche y Leon David Roumeaux , además de 19 argentinos lisiados para siempre . Por este acto tuvieron su premio más tarde con cargos políticos que seguramente habrán pagado las familias de los muertos.

Como consecuencia de este bárbaro hecho, militantes peronistas cobraron venganza más tarde atentando contra la Casa del Pueblo socialista. Felix Luna dijo sobre el tema: “se trataba de un grupo de jóvenes, activistas habituales de la FUBA, que se habían adiestrado en el manejo de armas y explosivos, y ya habían intentado matar a Perón en uno de sus viajes. Casi todos eran universitarios, casi todos pertenecían a familias tradicionales de buena posición económica. Creían que eran antiperonistas por que defendían la libertad, pero en realidad lo eran porque les repugnaba el populismo de Perón. No estaban vinculados a ningún partido político ni tenían ideología específica alguna”. El bueno de Don Felix contando historia de la mano de un mitrismo degradante.

“No existe crimen más grande que aquel que se perpetra a conciencia de su impunidad”, supo decir el filósofo inglés Thomas Hobbes. Ellos mataron y fueron saludados con honor, es más el jefe de ellos tiene su nombre en una estación de subte. Casualmente le otorgaron un premio por matar gente en otra estación de subte. Y todo se produjo en un discurso en la plaza donde Perón anunció un plan de precios con una inflación del 19 por ciento anual, hoy tenemos un 54 por ciento de inflación, un plan de precios que no tendrá éxito alguno y Macri solo convoca a una extra para grabar un video con cara de resignación y pena. A pesar de todo el peronismo no sembró el terreno como hizo la derecha en 1953. Y sabe porque?, porque los muertos siempre los pone el peronismo.

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