Opinión

EL PAN VIEJO

Por Luisa Lane

Las crónicas diarias de la situación en Argentina resultan homogéneas en su contenido. Al tiempo
que la tristeza actúa como factor común. El discurso oficialista, perverso, mentiroso y amarillo,
resulta patético antes los azorados oídos de las mayorías. Para entender si el prescindente miente
o no debemos sacarle una foto a las calles porteñas, a los habitantes del tren o del subte o
recorrer el Gran Buenos Aires. Allí encontremos la realidad que esconden los medios de
comunicación para que un perverso sea reelegido para bien del imperio.

En el segundo asiento del segundo coche del subte A de la mañana del sábado un pan viejo
acompañaba a un humano quebrado. La palabra humano se establece porque el ser de 206
huesos estaba sentado con la mitad del cuerpo inclinado hacia adelante con lo cual no se
distinguía si era hombre o mujer. Si se comprobó que la pobreza había devastado su cuerpo, su
cabeza y su mirada. Quizás dormido o dormida inclinaba su vista hacia abajo. El trayecto entre las
estaciones Perú y San José de Flores no conmovió su ser. Siempre en la misma posición y con un
pan flauta de tres días que la acompañaba. Después de un largo trecho se pudo verificar que era
mujer.

Los habitantes del subte observaban y se sentaban a su lado. Corrían ese pan, amarillo y con ese
verde color que databa su antigüedad. Nadie colocaba una moneda al lado pero la expresión
general era de pena, tristeza y resignación.
Esa es la foto argentina. Seres quebrados, sin ganas de luchar, sin que comer, escuchando una
clase dirigente empeñada en seguir saqueando lo que resta del país.
Pero esa mujer que no atinó a enderezar su cabeza tiene muchos compañeros de ruta. Casi el 9
por ciento de la población no come. El 48 por ciento de los chicos son pobres y el 35 por ciento de
la población se ubican en el rubro pobreza en el exxel del Indec. El 25 por ciento de los argentinos
desean que el prescindente sigua gobernando para mal de todos. El resto quiere un cambio para
bien, pero ese resto se dispersa y no entiende que de esa forma solo colabora con el artífice de la
tragedia argentina.

Un ser humano al margen del sistema, solo acompañado por un pan viejo es la foto de la actual
Argentina. Ese país que hace cuatro años contenía a las mayorías y no entendía que las minorías
detestaban ese formato de gobierno porque no podían comprar dólares y los pobres osaban mirar
los rostros de la oligarquía.

La patria se sublevó una vez. Las corporaciones con su cadete en el cargo de presidente están
creando las condiciones para que la patria vuelva a sublevarse. Mientras tanto el hambre hace
estragos y permite que la oligarquía nos muestre familias durmiendo en las calles, chicos
desnutridos, prostitutas tratando de sobrevivir, adolescentes con droga barata y un pan que viaja
gratis en el subte acompañando a lo que era una mujer. Esto es la Argentina de Macri.

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