Durante la dictadura militar, denominado por la derecha Proceso de Reorganización Nacional, actuaban grupos de tareas con total impunidad. Estos uniformados vestidos de civil atrapaban a militantes, compañeros, mujeres, niños con la autoridad del poder y el soplo del empresariado.
Culpables e inocentes, negros y blancos, curas y monjas, zurdos y peronistas, daba igual. El grupo a bordo de un Falcon verde se traslada para capturar compatriotas que luego terminarían en los vuelos de la muerte o si tenían suerte en una sala de torturas.
La sociedad, bien gracias. Aquellos que estaban enterados miraban para arriba, otros seguían atentos al mundial o a Cacho Fontana, en general a nadie le importó la injusticia de los delincuentes que actuaban en nombre de una dictadura.
Retornada la democracia, estos hechos importaron a pocos. En los 70 era común escuchar “por algo será”, “en algo habrán estado”, en los 80 trocaron estas frases por “ y quien los mandó”.
Pasó el tiempo y los grupos de tareas han vuelto. Esta vez no son uniformados, no son militares sino grupos de medios de comunicación dominantes. Ellos, en sociedad con la actual dictadura disfrazada de gobierno democrático manejan el poder y determinan quien es culpable o inocente en este territorio ubicado al norte de las islas Malvinas.
El poder judicial recibe sugerencias del poder ejecutivo y órdenes del poder mediático. En nombre de la independencia de poderes, sus lacayos portantes de códigos penales y civiles, detienen y procesan a todo aquel que no halla su pertenencia en la derecha.
Hoy no existen los Falcon, sino móviles de empresas periodísticas. De allí bajan movileros disfrazados de fiscales de la nación y apuntan con sus micrófonos a la verdad para darle muerte en forma inmediata.
El cadáver es envuelto, en escasos minutos, por los trapos de la mentira y trasladado a la morgue judicial. Allí aparece la toga amarilla y levanta su dedo acusador hacia algún dirigente k, peronista, negro, marginal, o todo aquel que no haya entendido que esta es la patria del otro.
Historias de marroquinería y librería de escuela primaria se exhiben en cuanto medio tengan a disposición. Cuadernos Gloria, fotocopias y decenas de valijas son cómplices de probables hechos de corrupción fiscalizados por el periodista, condenado por la injusticia argentina y enviado al infierno por la diputada por Punta del Este.
Nada más justo que un Leuco en la Argentina. Nadie más impoluto que un Bonadío en estos lares. Nadie más delgada y cerca de Dios que Elisa Carrió en estos tiempos. Ellos supervisados por el gerente de recursos humanos, Mauricio Macri y el presidente de Argentina S.A, Héctor Magnetto son los autores intelectuales de los grupos de tareas siglo 21. Ellos son el bien y el mal, la injusticia divina y los portadores de la moral de los nuevos tiempos. El resto, es basura.
Mientras los cuadernos Gloria y un par de valijas encarcelan la ilusión nacional y popular, las tarifas y alimentos aumentan, sojuzgando a una población empobrecida, entristecida y sometida a los designios del poder concentrado.
