
La Argentina se encuentra en la actualidad en una de las peores crisis económicas, sino la más perversa y humillante de su historia. Procesos de dependencia política constituyen el 90 por ciento de su pasado, la mayoría entre dictaduras, en menor grado bajo gobiernos democráticos fraudulentos.
Que la Argentina se encuentre en esta situación es responsabilidad en el aspecto interno del sistema político, judicial, legislativo con la complicidad de los medios masivos de comunicación o deberíamos denominarlos medios de confusión general.
Desde los medios dominantes, con el grupo Clarín a la cabeza, se impulsó la candidatura de Mauricio Macri al gobierno. Con sucesión de notas y tapas destacando la importancia de ser un empresario exitoso, la virginidad política, el cambio para mejor y la destrucción del gobierno anterior, Mauricio, que es Macri, llegó al poder con un solo objetivo: el empobrecimiento general para la entrega total.
Y este concepto, que quizás ofenda a algún diputado o intendente amarillo, se apoya en la acción política del conjunto de empresarios empoderados y blindados que trabajan para bajar el costo laboral, quitar derechos a los trabajadores y reducir la población a través de un ajuste brutal.
El empresario empoderado que ocupa el sillón de Rivadavia llegó a Balcarce 54 de la mano del marketing, el odio antiperonista de una parte de la población pero fundamentalmente del apoyo del poder concentrado más la sociedad con los medios infames de comunicación. A tres años vista de comenzado su gestión no podemos dejar de señalar que es el gobierno más antipopular de la historia, sin embargo el grupo Clarín y aliados siguen apoyando la causa.
El poder concentrado parte de una corriente económica denominada neoliberalismo, que es la versión actualizada del liberalismo con una posición política conservadora ubicada a la derecha del sistema. Para explicarlo en forma gráfica y sencilla este gobierno es un fascismo absoluto, donde nos engañan con el voto. Nos hacen creer que somos libres para elegir a los representantes que mediante la farsa, la mentira y la perversión hacen infelices nuestra permanencia en la Tierra.
Esa falsa libertad política es similar a la libertad económica, también es falsa, también es fraudulenta. El liberalismo habla de la libertad de mercados, que el mercado todo lo puede, en síntesis, el dios mercado. También promueve la destrucción del estado y desde esta idea se llega a la eliminación de la nación.
Adam Smith en su libro “La riqueza de las naciones” descalificaba a los empresarios. “los comerciantes y empresarios, decía este Marx de la derecha, siempre dicen todo para nosotros, nada para ellos”. Y esa es la idea que prima en el oficialismo.
Eduardo Galeano en 1970 escribía “Las venas abiertas de América Latina”, allí se podía leer: ”cuando más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos no sólo funcionan para el mercado externo dominante, proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados. “Se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hecha por los Estados Unidos al capital de otros países. Es que nosotros no damos concesiones”, advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson. El estaba seguro: “un país-decía-es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido”. Y tenía razón. Por el camino-decía Galeano- hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es , para el mundo, nada más que los Estados Unidos, nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América d segunda clase, de nebulosa identificación”.
Y este pensamiento que parece antiguo, si es viejo, pero lamentablemente forma parte de la realidad. Los medios masivos de confusión general también comparten esta idea que alegremente es transmitida en cadena y en forma diaria. La superestructura cultural de la que hablaba Arturo Jauretche está mas presente que nunca. Hoy los medios dominantes bancan a un gobierno que bajo una falsa moral empobrece a todo un pueblo y fragmenta a toda una sociedad.
Este gobierno, desde el antiperonismo, el insulto gratuito, la trampa y la mentira sigue destruyendo a la nación. Esta banda de ceos, que realizó una estafa electoral, desarrolló un programa económico donde destaca que vamos por el camino correcto. Ese camino nos llevó al FMI. La corporación que hoy nos dirige la economía. Ese apéndice del imperio que entró en la Argentina luego de la caída de Perón. El FMI que llegó en 1956 de la mano del joven Alvaro Alsogaray y que el stalinista Rogelio Frigerio solicitó el primer préstamo en nombre del gobierno de Arturo Frondizi. Esa corporación es quien maneja la vida de los argentinos.
El FMI fue rechazado por Perón, Néstor y Cristina. “Antes de endeudar y recurrir al Fondo, me corto las manos”, dijo Juan Domingo Perón. El 1 de julio de 1987, anónimos perversos le cortaron las manos al general, un hecho nunca esclarecido. Fue un primero de julio, cuando se cumplía 13 años de la muerte del primer político que rechazara al FMI.
La actualidad es crítica. La desocupación sigue en alza al igual que la pobreza, el riesgo país y el dólar. No existe ningún índice económico que sea positivo para las mayorías. Sin embargo, los medios masivos de confusión general nos siguen dando clases de ética a través de sus periodistas colaboracionistas y apoyando un gobierno de sumisión y entrega para servir al imperio.
Cuánta razón tenía Eduardo Galeano. Decía el poeta: “es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha transmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo, la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos.
El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra”.
La actualidad, como observamos, no es nueva. La dependencia no es una primicia. La entrega no es una exclusiva. Sin embargo los medios dominantes, esos medios que abrevan en el poder real y ayudan a la confusión general, dan lo que no tienen por una primicia, por una exclusiva. Por eso, el gran diario argentino fue, es y será el vocero oficial del empobrecimiento general del país para una entrega total a los centros de poder.




