El tren del sur nos sitúa en tiempo y espacio. Consolidamos este dato con decenas de trabajadores rumbo a Plaza Constitución. En el medio, marginales pidiendo una moneda para comer y vendedores ambulantes ofertando la vida con tal de realizar una venta.
Si, la desocupación se nos presenta día a día y en cada lugar. El viaje es una eternidad para el trabajador que va en busca del presentismo, es incomprensible para la embarazada que de pie observa cómo los hombres actúan de dormidos e interminable para el supuesto enfermo de sida que ya no recauda más.
En el medio, una vendedora de libretitas. Pequeñas libreticas, diría un colombiano, realizadas en forma casera con una extensión solo útil para unos días. Quien reparte las libreticas es mujer, embarazada de 6 o 7 meses, celular en mano y escaso entusiasmo para lograr la moneda.
Reparte estas supuestas agendas al público sentado a 10 pesos cada una. Entrega su elemento de recaudación al tiempo que charla por su celular. Del otro lado de la conversación, en apariencia, su pareja o alguien cercano afectivamente. El diálogo es de otra película. «Estoy trabajando, si me retrasé un poco. Si que querés, si no venía la niñera y no tenía con quien dejarlo al Braian”.
Hablaba mientras sin atención a su trabajo repartía libreticas, que en ese vagón no vendió una sola.
La vendedora embarazada siguió su marcha a lo largo del tren y uno se queda pensando. Cuanto debe ganar esta mujer para poder pagar una niñera?, segunda pregunta, porque una niñera y no un familiar?, porque trabaja con uno o dos meses para dar a luz y finalmente lo que más llamó la atención fue el término niñera.
Propio de un militante de clase media y no de la chica que vende en el tren por necesidad. La chica que cobra 10 pesos por libretita y que va a comisión y no supera los 5 mil pesos mensuales. La chica, que además es empleadora. La chica que no recurre a la familia para cuidar a su hijo, o de última a una amiga. La misma chica que luce su embarazo por el tren ofertando un producto barato, de poca venta al tiempo que se distrae con su celular. Sin duda, la fragmentación impuesta por el gobierno hace estragos en la sociedad y todos los días se fundamenta este concepto.
