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Opinión

CONTROLADOS

Por Luisa Lane

La rubia con su audífono azul tararea y camina por la peatonal. En la esquina un poli metropolitano maneja su whatsapp al tiempo que escucha a un taxista. En la esquina un quinielero hablando con un cliente por celular. Cerca, un vendedor de alfajores voceando su producto al tiempo que envía un mensaje de texto.

En el subte, la mitad del pasaje sentado se ubica a 70 grados. Sus espaldas al servicio de Movistar o Sony. La rubia llega a la esquina con AC/DC de fondo y le grita al policía, está perdida, busca una dirección. El oficial, distraído, algo se enoja. No se enoja un cien por ciento porque atiende su celu. La rubia no tiene mala onda, simplemente el volumen de la música aturde y motiva el grito.

El quinielero sigue en su labor con celular y mensajes a más no poder. El hombre de negocios con su traje, su corbata y su amante. Esta recibe un mensaje, hoy después de la oficina donde siempre.

El kiosquero que antes vendía diarios, hoy tiene un minibanco en su lar revisteril. A celular pleno averigua el cierre del dólar. El arbolito cibernético es uno más. Uno más de todos aquellos que está controlados.

El talento se exilio el día que la cibernética posó sus aparatos en esta tierra. El turista, el policía, el vendedor, el quinielero, el kiosquero, el pibe del jardín todos absolutamente todos controlados por el sistema. Un país que gracias a la grieta vive incomunicado se comunica todo el día en forma innecesaria.

Todos comunicando la nada para estar incomunicados. La charla en la mesa desapareció. La reunión de amigos se hace para cambiar de sillones y poder mensajear. El Google es el saber universal, aunque se equivoque. Los nuevos verbos ayudan a hablar peor y el control por parte del sistema se afirma y consolida.

Hoy el poder nos tiene controlados. La tele, el celu, y demás aparatos saben todo de todos. Hoy vamos escuchando música, distraídos y mirando la nada para no saber ni entender que la esclavitud tiene un nuevo formato, la internet.

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