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Opinión

ILUSIONISTAS

El marketing como concepto relacionado a la política viene de hace mucho tiempo. La cuestión es entonces determinar qué tipo de marketing es el que se impone en la actualidad. Por Willy Croock

 

Para comenzar, el marketing es el conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto. Los especialistas centran sus actividades en las cuatro P: Producto, Precio, Plaza (distribución), y Publicidad.

Claramente deviene del ámbito privado, ¿alguien puede decir que en estos momentos no tomaron el centro de la escena polìtica las personas que devienen de los privados, de las empresas, y corporaciones?

Para ellos inventar un producto de superación, dónde ofrecen confort por sólo un voto, y generar ganancias es como el pan de todos los días. Sólo que la última P no debe ser publicidad (netamente relacionado a lo empresarial), sino propaganda (ligado a lo público).

La propaganda es la difusión o divulgación de información, ideas u opiniones de carácter político, religioso, comercial, etc., con la intención de que alguien actúe de una determinada manera, piense según unas ideas o adquiera un determinado producto.

Ese término es el que antecede a la palabra marketing y siempre estuvo ligado a lo público. Quizá sea allí donde el Gobierno hace agua. Viajan en colectivos que están detenidos, visitan mercados con actores, realizan timbres tendenciosos…

Pasar de publicidad a propaganda es lo que más les cuesta porque es donde se ven los hilos más fácilmente.

Es decir, el producto que vendieron llamado “pobreza cero” fue una mentira pero sólo quedó como algo anecdótico. En cambio, el manual que aparentemente tendrán como lectura obligatoria los chicos de sexto grado de los colegios estatales bonaerenses ya causó indignación. Probablemente mentir para buscar votos prometiendo solvencia económica es peor que redactar un manual sobre las bonanzas del Gobierno, pero sin embargo el segundo cayó peor que el primero.

¿Por què? Porque le erraron en la P que màs le cuesta de las cuatro, en la de Propaganda.
Es que es muy difícil intentar no mostrar que haces lo que criticas, hace unos años se hablaba de La Campora al decir, inclusive desde medios, que adoctrinaba a los chicos.

Sin embargo, hay que aceptar que estan a años luz de las fuerzas opositoras en cuanto al resto del manejo del marketing. Si bien, aún les falta ajustar (término muy usado) algunos detalles cuentan con un gran manejo de las redes sociales mièntras que del otro lado, el inconveniente pasa por la llegada.

No hay enamoramiento por las ideas, el trabajo gorila mello tanto en la sociedad que hizo sinónimo la palabra malo con peronismo.

Ejemplo: en una movilización en Plaza de Mayo, integrantes del gremio Camioneros comenzaron a tirarse cruces simbólicas enterradas de los combatientes de Malvinas, y por televisión Eduardo Feinmann decía “el argentino votó para que esto forme parte del pasado”. ¿Acaso Edu no sabe que se inauguró un monumento a Perón en la capital y Moyano acompañó a Macri ese día? Muchos de los que estaban haciendo ese atropello eran parte de la nueva política, o por lo menos fueron partícipes necesarios para su llegada al poder.

Seguramente el pseudo periodista lo sabía, pero su trabajo es generar sentido común contra el pueblo. Balcedo, el sindicalista que hablaba pestes de Cristina desde su diario resulta que era kirchnerista. El Intendente es Santa Cruz que fue filmado mientras recibía sobornos había asumido entre globos como la “nueva política”.

Pero el ciudadano está cautivo a comprender y asimilar lo que les pretende vender, de ello tiene gran culpabilidad los medios que intentan hacerle el favor con eso de la propaganda, que tan mal desarrolla el oficialismo.

Pero tambièn la oposición, que dejó la doctrina en el placard y no sale a buscar al pueblo. Porque el pueblo difícilmente salga a buscar al movimiento, en definitiva, si recuerdan cómo comenzó esta editorial el producto que hizo vencer a la alianza gobernante fue la tibieza, la comodidad. Fue la promesa del confort.

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