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Año clave para el nuevo orden mundial

Cuando David Rockefeller cumplió 100 años, en el 2015, en una cena privada con embajadores de las Naciones Unidas sostuvo: “Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el nuevo orden mundial”.

Por  Danny Wilde

La idea del nuevo orden mundial tiene en Henry Kissinger uno de sus principales voceros. Ya en 1973 comenzaba a pronunciar la idea que su jefe, David Rockefeller con sus 102 años, quiere instalar antes de su muerte.  Esta idea de poder es un gobierno único, con una sola religión, una sola moneda,  el control de la natalidad, la reducción de la población y el control total del planeta.

El clan Rockefeller amasó su fortuna a partir del monopolio del petróleo con la Stándar Oil. En 1910 cuando por ley no se le permitió la idea de monopolio dividió su empresa madre en 34. Chevron y Texaco son las más conocidas. Sus apuestas a todos los subproductos del petróleo  como el plástico, el nylon, los autos y su principal negocio la guerra llevaron a esta familia a ser una de las 12 que controlan el planeta.

Son los co-fundadores de la Cia, creadores de la Comisión Trilateral, Bilderberg, Consejo de Relaciones Exteriores, con acciones en el FMI, el Banco Mundial  y poseedores de más de 500 bancos establecen las reglas de juego en la política.

“Necesitamos una crisis”, dijo el magnate. Este año es el señalado por Nostradamus como el indicado para la tercera guerra mundial. En algunas declaraciones  de Putin y el Papa coinciden con Nostradamus. No sería extraño. Asia es un polvorín, Europa y América Latina sufren las secuelas del ajuste diario. Todo se encamina a una gran crisis, justo lo que precisa Rockefeller para imponer su gobierno.

Además utiliza su poder para que la mayoría del planeta sufra escases de alimentos y el caos cotidiano.

Para llevar  el mundo al día D existen pruebas piloto que realiza el poder. Ejemplo Venezuela y México. Ambas naciones con reservas petróleo y empobrecidas por el poder económico.  Brasil y Argentina siguen el mismo camino al igual que todo Centroamérica. Por ahora se salvan Bolivia, Ecuador y Cuba. Los únicos países donde el nacionalismo gobierna y este es el eterno enemigo de la ultraderecha

Los nacionalismos dan una pertenencia a la gente, concretan la unidad familiar y no controlan la natalidad todo lo contrario del Nuevo Orden Mundial.

El poder mundial no pasa por la política sino por las corporaciones. Doce familias controlan la tierra. Hoy 8 familias obtienen la misma riqueza que el 50 por ciento de la población mundial. Una familia, los Rhoschild posee 4 veces la riqueza de esas 8 familias, llegando a los 2 trillones de dólares. Con ese poderío económico es difícil entender que la política pueda mandar.

El principal negocio de estas familias es la guerra. El lema de los Rhoschild es “hay que comprar cañones para vender trompetas”. Con ello quiere decir que el negocio de la guerra es el indicado para que luego de terminado cada conflicto bélico se puedan  vender trompetas para festejar.

En una de las corporaciones armadas por los Rockefeller, el Consejo de Relaciones Exteriores, se determina que los integrantes de este consejo tienen autoridad para fijar lugar y fecha de un conflicto bélico.

En síntesis, arman y desarman el mundo. Dueños de la corporación militar norteamericana, la máquina de la guerra, manejan a los presidentes americanos como títeres. Sin ir más lejos, Barack Obama, soldado de esta causa, recibió el premio nobel de la paz luego de autorizar en  su último mandato el lanzamiento de 26100 bombas, mediante drones 9700 vuelos que ocasionaron 4700 muertos, un tercio de civiles, utilizó uranio empobrecido, realizó operaciones secretas en 138 países. Estas cifras son producto de un informe norteamericano.

Este año puede ser el indicado para que comience la tercera guerra mundial, por lo menos es el deseo del poder real y quizás sea la excusa para que el nuevo orden mundial nazca para desgracia de la población mundial. Aquí en Argentina, el presidente Macri colabora ad honorem con el poder real para alegría de su familia y desgracia de sus paisanos.

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