Por Kurt Winkels.
El sistema siempre utiliza a los miembros de la superestructura cultural para que denigren a los movimientos nacionales. En blanco sobre negro, los periodistas, analistas e intelectuales dan por descontado que todo político que roba es peronista y si no lo es, lo pretende ser.
Por eso vuelan expedientes y causas a un fuero federal que se alinea con el poder y ejecuta judicialmente a todo aquel habitante popular para que no concurra a elecciones o para bajarle su intención de voto. Luego si es verdad o mentira, a nadie le interesa.
Meses antes de las elecciones, el diputado Sergio Massa fue víctima de un asalto. Nunca se aclaró en su totalidad cuanto le robaron o que le robaron, lo cierto es que el diputado no hizo denuncia alguna. Luego apareció un culpable y se tapó. La pregunta era porque no hizo la denuncia. La respuesta del diputado no fue creíble y tampoco se insistió sino que no la podía justificar.
Ganó Macri. La persecución ideológica motivó que todo K conocido era chorro. Por suerte para el sistema apareció un López. El José Báez viene tirado de los pelos pero no fue funcionario, entonces la idea es enganchar a Néstor y Cristina aunque sea en el robo de un chocolate en la primaria.
Mientras Báez era tapa apareció un tal Calcaterra, primo del presidente y socio de Báez. O sea, socio en la trampa. Los medios frenaron un poco porque finalmente Calcaterra era Macri.
En el interin vuelan los papeles de Panamá. Las empresas off shore le costaron el puesto al inglés Cameron y a dos miembros del gabinete de Ucrania e Islandia. Todos renunciaron, el planeta mediático observó con asombro como en Argentina este delito con el presidente como protagonista no era tomado en cuenta. Es más, Macri siguió su campaña contra la corrupción pero se olvidó de su persona.
Mientras esto sucedía la española -argentina Susana Malcorra utilizaba el cargo para elevar su trayectoria en las Naciones Unidas. Su marido, Torcuato Bataglia, seguía colaborando desde España con el MI 5, el servicio de espionaje inglés.
Dejando a Malcorra y antes del servicio que realizó para la Corona con las Islas Malvinas, apareció la vice Gabriela Michetti. Entre bolsos y medianoche, se supo que había plata que no podía justificar y que tenía una mucama con gran memoria y escaso sueldo.
El tema todavía no finalizó: surgió el policía que robo al intendente de La Plata Julio Garro. El uniformado denunció que el platense tenía 4 millones de verdes en su casa.
Y vamos a seguir recibiendo este tipo de noticias durante la gestión PRO. Y sabemos que será así porque su ADN es el negocio, la trampa y la traición y en estos tres conceptos el factor común es el dinero. Todo para el PRO es dinero, lo único importante. La clase media, los trabajadores son un tema que no interesa, si estuviese Macri respondiendo diría: “te lo debo”.
Por otro lado, el peronismo a pesar de algún descarriado, tiene sumo interés en los trabajadores y en el bienestar de la Nación, luego los negocios.
En la memoria colectiva quedó que el sinónimo de ladrón es el peronista pero todos sabemos que los únicos presidentes que no arreglaron con el FMI perdiéndose cuantiosas comisiones y entrega del país, fueron peronistas. Y aquellos que tienen causas probadas y juicios son liberales.
Hoy la argentina pasó de desendeudarse en un 97 por ciento a imputar deuda por 40 mil millones de dólares con el 2 por ciento de comisión para el gobierno argentino. Pasó de ser un país creíble a un país deudor. Pasamos del liderazgo en América Latina a dar pena.
A pesar de la entrega y el saqueo por parte del gobierno amarillo, la clase media seguirá opinando que los peronistas somos todos ladrones. En un palabra, los liberales nos están robando, que raro, las banderas.